PREJUDICE | BILL SKARSGARD

36

JANE

— Mi queridísimo hermano se volvió loco por una puta foto, eso fue lo qué pasó.

Alexander se desangra frente a mi y no puedo evitar sentir compasión.

— Tenemos que ir al hospital.

— No.

— Si. — Suelto, tomando a ambos de las manos y arrastrándolos fuera del café.

El hospital parecía estar casi vacío, algo extraño para New York. Las enfermeras llegaron al par de hombres apuestos casi de inmediato, dejándome en el pasillo, preocupada por Bill y su forma tan explosiva de reaccionar a las cosas.

Una de las enfermeras atendiéndolos se acerca a mi, me acerco de inmediato.

— El señor Thompson quiere verla.

— De acuerdo. — Digo caminando hacia la habitación que previamente fue apuntada por la enfermera.

Me adentro a esta percatándome de que Alejandro está recostado en una camilla, con el rostro lleno de vendas y al parecer un brazo roto, que está siendo sostenido por un cabestrillo.

— Alejandro yo... lo siento mucho. — Rompo el hielo con una disculpa.

— Jane, escúchame.

Abro mis ojos con sorpresa, me acerco al mirar su mano izquierda hacer un movimiento que me indica que debo hacerlo.

— Hay algo importante que debo decirte.

BILL

Curo mis propias heridas en la cocina de Jane, la única luz que ayuda es una cálida lámpara en la sala que alcanza a iluminar parte de mi cuerpo, sonrío al pensar que la sangre que derramé ni siquiera se compara con todo lo que recibieron de mi.

La puerta principal se abre con fuerza, miro a Jane con el rostro completamente rojo, reconozco al instante lo que sostiene con ambas manos, los portafolios de Thomas que fueron robados ayer, pero al parecer contienen incluso mas información ahora. Ella se acerca a mi furiosa y deja caer lo que lleva cargando en la mesa, derramando el alcohol que he usado para curar mis heridas, miro hacia abajo sorprendido por su acto, pero al levantar la mirada mi rostro es impactado por su mano derecha.

— Tu lo hiciste... Tú....— Repite llorando. — Tu lo mataste.... ¡Tu mataste a James!

¿Que?

— Jane... No, eso no es cierto... Yo..

Se lanza contra mi golpeando todo mi cuerpo, no me rehuso, dejo que se desahogue.

— Hey hey... Amor.. — Intento llamar su atención, pero parece que mi llamado solo empeora las cosas.

— No me llames así, asqueroso hijo de puta!

Jane camina por la cocina y para justo frente a la losa, toma un gran cuchillo y me hace retroceder.

— Jane, amor... Por favor, Tienes que tranquilizarte, yo no lastimé a...

— No digas su nombre. — Dice sollozando, me parte verla de esta manera. — No te atrevas...

— ¿Que fue lo que te dijo Alejandro? — Pregunté. — ¿Acaso no te dijo que trabajó para tus padres todo este tiempo?