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JANE

El sentimiento agridulce de estar juntos permanecía intacto en mí, no sabía como sentirme, pues tal vez lo tenía entre mis brazos ahora, pero no duraría mucho tiempo.  Bill y Thomas hablaron conmigo respecto al Cáncer de James, me hicieron saber que fue lo que lo causó y el por qué no había solución, mi alma quebró en millones de pedazos, mi hermanito debía irse en poco tiempo.

Bill permaneció con nosotros el resto de la tarde, juntos intentábamos disfrazar la cruda realidad, de la cual James no estaba enterado. No sabía cual sería el plan para que no se enterase, pues Thomas le dijo a Bill, que él no tenía ni idea de lo que estaba pasando en su cuerpo, pensaba que tan solo eran revisiones comunes con el doctor, lo cuál, nunca dudó, pues mis padres eran los que se encargaron de hacerle creer que no pasaba nada, mientras lo mataban lentamente.

— Deberíamos ir a dormir. — Dije acariciando el cabello de James.

Nos encontrábamos en la sala, juntos en un abrazo, Bill parecía tomar su distancia, sentí qué tal vez quería darme espacio con James, pero aún así, permanecía cerca y atento.

— Si Jane, tengo un poco de sueño. — Responde tallando sus diminutos ojos. — Vamos a dormir.

Bill nos mira con una sonrisa al costado de su boca y dice:

— Vayan a la cama, yo me quedaré aquí.

Toma una almohada de un extremo del sofá y se recuesta sobre ella simulando dormir.

— Vamos a dormir Bill, no seas payaso. — Dice James haciéndolo reír.

Toma a James en sus brazos y él patalea, dándome la escena mas tierna del mundo. Caminamos juntos a mi habitación, recuesta su cuerpo con suma delicadeza en la cama. Tapa su diminuta anatomía y ambos voltean a verme, sonríen como si pensaran lo mismo.

— ¿Que? — Pregunto confundida.

— ¿Podemos hacer una pijamada? — Contesta James con otra pregunta.

Sonrío, haría lo que fuera por el. Me acerco a su rostro y beso su frente.

— Claro que si, bebé. — Respondo.

Bill permanece parado en el umbral de la puerta mirándonos con atención.

— Bill, creo que tendrás que usar una pijama de Jane. — Sugiere entre risas.

No deja de reír, su sonrisa ilumina todo el lugar y Bill lo acompaña en carcajadas, parece que se sienten cómodos al estar juntos.

— Quédate. — Digo firme. — Te traeré una pijama.

Camino fuera de la habitación y siento una fugaz caricia recorrer mi cintura, sus manos tocaron mi piel brevemente mientras yo seguía en movimiento. Tomo la pijama y vuelvo a entrar con Bill y James.

— Bueno chicos, es hora de dormir. — Digo acomodando los costados de la cama.

— Iré a... — Bill mueve las prendas en sus manos y se encamina al baño, yo solo asiento.

James lentamente cerraba sus tiernos ojos cayendo en un sueño profundo, no pude evitar derramar una lagrima vaga que recorrió mi rostro fugazmente. No sabía que hacer, el tiempo corría y los segundos solo eran un recordatorio constante de que pronto terminaría todo para mi.

— ¿Estás bien? — Escucho a Bill detrás mío.

Limpio las lágrimas y asiento, James duerme plácidamente. Me acerco a Bill y tomo su mano guiándolo fuera de la habitación, cierro la puerta y continúo en marcha a la estancia. Tomo su rostro entre mis manos y acaricio sus mejillas, el solo disfruta de aquellas leves caricias que no puedo evitar dejar en su preciosa cara.

— Bill, tenemos que hablar.... sobre esto. — Digo cerca de él. — Dime que fue lo qué pasó, como lograste traerlo contigo, que pasará ahora que mis pa-

— No. — Me interrumpe. — No les harán daño, Jane.

— ¿Cómo estás tan seguro? — Digo soltando una risa sarcástica que rápidamente se desvaneció. — ¿James está durmiendo en mi habitación y tú crees que no querrán venir a matarnos? ¡Claro que lo harán! Me sorprende que aún no estén aquí.... pero lo estarán en cualquier momento.

— Eso no pasará, te lo aseguro. — Dice acercándose a mi. — Ya me encargué de todo, te dije que lo haría y lo hice, arruiné tu vida, ¿No? Lo dijiste.... Y esto es lo menos que puedo hacer por ti, así que déjame hacerlo.

No comprendía que era lo que estaba tratando de probar, él parecía estar calmado y sin ninguna preocupación, mientras yo moría por dentro.

— Deja de sentirte culpable por algo que-

— Déjame quererte, Jane. — Me interrumpe. — Te lo dije en Londres y te lo repetiré otra vez, no es culpa, es amor.

Analizo la situación y una teoría golpea mi mente haciéndome cambiar la perspectiva, tal vez cree que me ama, pero es la culpa dentro de él hablando en su lugar, tomado el control de todo lo que ahora sucedía entre nosotros, algo tan rápido e imprevisto que se tornó en el tema más hablado de los Estados Unidos.

— Disfruta estas dos semanas con él, Jane, haz todo lo que siempre quisiste hacer. — Continúa. — Yo estaré aquí para ti si me necesitas, no importa la prensa, no importa nada, solo él.

Lo miro con ternura, quisiera arrancar mi corazón y dejarlo entre sus manos para siempre. El hecho de que esté aquí, haciendo todo lo posible por hacerme feliz, me hacía sentir la mujer con mas suerte en el mundo.

Quería evitar que esto siguiese de esta forma, pero no podía contenerme a su mirada, no importaba si la culpa se estaba apoderando de él, haciéndome creer que me ama, yo realmente lo hacía y no tenía dudas sobre ello.

Tomé su rostro entre mis manos y lo besé como nunca lo había hecho, estaba enamorada por completo. Tal vez no era el momento, y probablemente tampoco el lugar indicado para hacerlo, pero nadie nunca había sacrificado tanto por mi, jamás. Aunque no sabía la historia completa, me sentía segura después de oírlo afirmar que todo estaría bien.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora