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Entramos a mi casa y caminamos juntos a la sala.

— ¿Como te sientes nena? — preguntó.

— Estoy bien. — contesté.

Miraba hacía la nada y el me miraba a mi, no podía parar de pensar en cómo mi vida estaba arruinada, ¿Como se supone que daría la cara en la universidad después de esto? Mi mente estaba matándome, y sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a caer.

— Perdón. — dijo nuevamente. — ya te lo dije, lo solucionaré, no debes preocuparte, lo prometo.

— ¿Como llegamos a esto? — talle mi rostro con ambas manos. — Mi vida está arruinada, jamás lograre ser periodista después de esto.

— No digas eso, Jane, lo lograrás.

— Se escucha muy fácil. — solté con enojo. — pero no lo es y no lo será, no lo entenderías por qué tan solo eres un niño rico privilegiado...

— ¿Niño rico privilegiado? Wow, y tu que eres? — preguntó en tono de burla.

— La puta mas odiada de los Estados Unidos.

— No eres una puta, no hables así. — Dijo firme. — Eres... eres una mujer muy fuerte y.... hermosa— Me miraba atento. —

— Tu que sabes de mi.... — solté.

— Soy tu novio, ¿lo recuerdas?

Su intento por hacerme reír había funcionado, pues solté una carcajada mientras las lágrimas aún caían sin parar.

— Iré a dormir. — Dije rápidamente.

Me levanté de aquel sillón y caminé a mi habitación.
Desperté al día siguiente en mi cama, estaba tan aturdida por tanto llanto que no recordaba nada, hasta que mire abajo, donde estaba Bill en el suelo, durmiendo con tan solo una almohada.

— Bill... — susurré. — Bill...

— Mmhh — contestó con voz adormilada.

— Ve a casa. — ordené.

Talló sus ojos con ambas manos.

— ¿Por que te quedaste ahí?

— Te dije que me quedaría.

— Si, pero no en el suelo...

— No importa. — dijo levantándose adolorido.

— Ve a casa.

— Te llamaré para que hagamos tu entrevista... y volveré más tarde para ver cómo estás.

Se levantó y dejó la almohada al lado de mi, para dirigirse a la puerta.

— Bill. — dije haciéndolo voltear.

— ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? — preguntó alarmado.

— No... yo... solo... — se acercó a mi. — Gracias...

— No hay de que Jane...

— Gracias, enserio. — Bill sonrío.

— ¿Amigos? — preguntó con una sonrisa.

— Amigos. — respondí.

— Bien, nos vemos en un rato, niña bonita.

Sonrió y guiñó su ojo izquierdo antes de desaparecer de mi vista.

La mañana había sido tan lenta y triste, que solo podía pensar en el inconveniente con Sadie el día anterior.

Sadie

Lo siento, Sadie, estaba desesperada, no quise hablarte así. Espero verte pronto, te amo.

En el momento en que presione enviar, el timbre sonó nuevamente, supe que era Harry al instante, pues dijo que volvería.

— Pasa! — grité.

— No tengo mis llaves. — escuché su voz, y reí.

Abrí la puerta y lo abracé, necesitaba tanto uno de sus abrazos, que comencé a llorar de nuevo.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora