13

40 4 0
                                    


Salió por la puerta sin decir más.

Mierda.

— Harry. — dije con notable enojo en mi rostro.

— No sabía que ya te lo estabas-

— ¿Estas idiota? ¡Estábamos en medio de una puta entrevista! — dije tan alto como pude.

— ¿Y que hacían mojados? — dijo con un tono de voz divertido.

— Esto no me hace gracia, imbecil.

Comencé a caminar a mi habitación con la rabia saliendo por los poros.

— Si quieres puedo decirle que-

— ¡Cierra la boca! — grite antes de azotar la puerta.

Moría de vergüenza por no poder disculparme con Bill, ¿Que pensará de mi ahora? Creerá que soy una puta, ¡Genial! Ahora no solo todo el maldito mundo cree que lo soy, si no también uno de los hombres más famosos en el puto planeta.

                                         BILL

Camine hacia el baño con una sonrisa de oreja a oreja, después de imaginarlo tantas veces finalmente había pasado, la besé.

Comencé a cambiarme y escuché una voz masculina proviniendo de la cocina, ¿Harry, tal vez? Después de unos segundos abrí aquella puerta, lo que me llevó a escuchar un poco de la conversación.

— Aunque deberías considerarlo. — ¿Que? — si no piensas cogerte pronto a Bill, considera a Alejandro tu segunda opción. — Dijo riendo, haciéndome enfurecer al instante.

¿Que mierda? ¿Estaba intentando jugar conmigo? Me largo de aquí.

— Tengo que irme. — dije furioso. — te devolveré la ropa después.

Salí lo más pronto que pude de casa de Jane, no dejaría que la historia se repita y yo quede como el malo ante los demás, he tenido suficiente.

Llegue a casa, Alexander parecía estar ahí pues su auto estaba estacionado afuera. Al entrar me percate que así era, pues se encontraba en mi sala viendo lo que parecía ser un partido de fútbol.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunté con amargura.

— Alguien está de malas. — dijo sonriendo. — ¿Que te hizo tu muñequita?

— Iré a dormir, me siento cansado. — dije dándole la espalda.

— Oh vamos, ¿no me vas a contar? — me siguió y tomó mi hombro volteándome a su dirección. — Estabas en su casa, no?

— ¿Como sabes eso?

— ¡Ahí está! Entonces si fue ella. — dijo entre risas.

Había caído en su estupido juego mental.

— Déjame en paz. — dije para seguir caminando.

— Lo que sea que te haya hecho, es una niña Bill! — hablaba caminando detrás de mi.

— ¿Ah si? ¿Una niña que espera a acostarse conmigo para pasar a su siguiente presa? Que dulzura. — conteste para azotar la puerta después.

PREJUDICE | BILL SKARSGARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora