Las Pruebas

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El primer día de clases en la academia había sido una montaña rusa de emociones para Leonard. Entre la ansiedad por encontrarse con Albert y el temor de lo que sucedería en los próximos días, apenas pudo dormir la noche anterior. Pero ahora se encontraba en su nuevo dormitorio, listo para conocer al tercero de sus compañeros.

El dormitorio era sencillo pero espacioso, con tres camas separadas por cortinas y escritorios individuales junto a cada una. Leonard y Christian ya se habían instalado cuando la puerta se abrió de golpe, y Xander entró como un huracán.

—¡Vaya lugar! —exclamó el recién llegado, dejando caer su mochila al suelo y observando la habitación con una sonrisa confiada. Xander era alto, de complexión atlética y ojos dorados que parecían brillar como los de un lince. Su cabello oscuro estaba desordenado de una forma que, evidentemente, había llevado tiempo perfeccionar.

Christian, siempre el primero en romper el hielo, lo saludó con entusiasmo.

—¡Hola! Yo soy Christian, y él es Leonard.

—Encantado —respondió Xander, estrechando la mano de Christian y luego de Leonard—. Me llamo Xander, de la familia Bowtown. Seguro que ya han oído de mí.

Leonard intercambió una mirada con Christian, algo divertido por la arrogancia natural de Xander. La familia Bowtown era conocida por sus habilidades físicas superiores y su vinculación con los gorilas como su animal, una de las familias nobles del reino.

—He oído algo —murmuró Leonard, aunque en realidad no había prestado demasiada atención a los detalles de las familias nobles. Sabía que las conexiones de sangre influían fuertemente en qué animal podían despertar, y la familia de Xander era reconocida por su fuerza bruta y su destreza física.

—Bueno, creo que nos llevaremos bien. —Xander sonrió y se dejó caer en su cama—. Aunque no esperen que sea fácil vencerme en las pruebas.

Leonard sintió una ligera tensión. Sabía que pronto vendrían los exámenes físicos y las pruebas de poder, y si algo había aprendido en su tiempo en este mundo era que destacar llamaba la atención, y eso no siempre era bueno. Sobre todo cuando Albert podría estar observándolo.



Al día siguiente, los exámenes físicos comenzaron temprano. Los estudiantes fueron llevados al enorme gimnasio de la academia, un espacio equipado con todo tipo de obstáculos, pesas y áreas de entrenamiento. Los instructores, hombres y mujeres duros con expresiones severas, no parecían tener intenciones de ser indulgentes con los nuevos alumnos.

—Primero probaremos su estado físico —anunció uno de los instructores—. Queremos ver de qué están hechos antes de que entren en la verdadera competencia.

Leonard intentó mantenerse relajado, pero no podía evitar sentirse observado. Entre los estudiantes, distinguió las figuras de Albert y otros tres nobles, todos destacando por la confianza con la que se movían.

Albert Vasserac, con su porte regio, irradiaba una presencia dominante. Junto a él, estaban Edwin Traytin de la familia de los tigres, Freya Freefield de las águilas, y Xander Bowtown, su nuevo compañero. Todos los nobles parecían formar un círculo cerrado, como si el resto de los estudiantes estuvieran en un nivel inferior.

El primer ejercicio fue una carrera de obstáculos. Christian y Xander se mostraron emocionados por la competencia, mientras que Leonard intentaba calcular cuánto podía dar sin sobresalir demasiado. Sabía que tenía que demostrar habilidad, pero no al punto de despertar sospechas.

La carrera fue intensa. Los estudiantes saltaron muros, treparon cuerdas, y corrieron a través de túneles, todo bajo la mirada atenta de los instructores. Christian iba bien, su agilidad le permitía sortear los obstáculos con facilidad, pero fue Xander, con su fuerza bruta, quien terminó primero.

Para sorpresa de todos, Leonard no quedó muy atrás. Aunque siempre había sido delgado, sus años de entrenamiento con Muriel y Christian le habían dado una destreza física que pocos esperaban. Albert lo observaba desde el otro extremo del gimnasio, con una mirada que parecía curiosa, como si algo en Leonard le resultara vagamente familiar.

—Bien hecho —dijo Xander, dándole una palmada en la espalda cuando cruzaron la línea de meta—. No esperaba menos de mi compañero de cuarto.

Leonard intentó sonreír, pero su mirada se desvió hacia Albert, quien no apartaba los ojos de él.

"No te acerques demasiado", se recordó a sí mismo.

Tras las pruebas físicas, los estudiantes fueron llevados a un segundo salón para la siguiente etapa: el examen de poder. Esta prueba estaba diseñada para evaluar qué tan cerca estaban los estudiantes de despertar a su animal. Para la mayoría, esto era un evento trascendental en sus vidas, el momento en que descubrirían qué animal se manifestaría como su forma secundaria.

Los estudiantes se alinearon, nerviosos pero emocionados. Uno por uno, fueron llamados al centro del salón, donde una esfera mágica flotaba en el aire, vibrando con energía. El propósito del examen era simple: quien estuviera cerca de despertar su animal haría que la esfera reaccionara.

Freya Freefield fue la primera. La esfera brilló con una luz dorada cuando ella la tocó, y se escuchó un eco de lo que parecía ser el grito de un águila. Todos aplaudieron. Edwin Traytin también mostró una gran reacción, con un rugido bajo que hizo vibrar el suelo. Xander, por su parte, hizo que la esfera se sacudiera con una fuerza impresionante, como si la energía de un gorila estuviera a punto de desatarse.

Luego, fue el turno de Albert. El salón se sumió en un silencio tenso cuando el príncipe se acercó. Cuando tocó la esfera, esta explotó en una brillante llamarada roja y dorada. El rugido de un dragón resonó en todo el salón, imponente y majestuoso. Nadie se atrevió a aplaudir; estaban demasiado asombrados.

Finalmente, Leonard fue llamado al centro. Se aproximó a la esfera, sintiendo cada mirada sobre él. Su corazón latía con fuerza. Sabía que este momento era crucial. Si no reaccionaba como debía, los demás empezarían a sospechar que algo no estaba bien con él.

Tocó la esfera.

Nada.

El silencio fue absoluto. Leonard contuvo la respiración, esperando algún indicio de poder, algún eco de un animal que nunca llegaría. La esfera no se movió, no brilló, no hizo absolutamente nada. Los murmullos comenzaron a extenderse entre los estudiantes.

Leonard retiró la mano, intentando no mostrar su frustración. Albert lo observaba con los ojos entrecerrados, una chispa de reconocimiento cruzando su mirada. No sabía exactamente qué había pasado, pero algo en Leonard despertaba su interés.

Leonard regresó a su lugar junto a Christian y Xander, sintiendo que, aunque había evitado llamar la atención con su físico, había despertado más sospechas de las que quería con la esfera. Y Albert, aunque aún no lo sabía, estaba cada vez más cerca de descubrir quién era realmente.

El Príncipe y el Villano (BXB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora