El Circulo

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El aire dentro de la fortaleza era denso, casi asfixiante, como si cada pared estuviera impregnada de siglos de oscuridad y secretos. Leonard caminaba en silencio detrás de Alaric, los guardias cerrando filas a su alrededor. Las antorchas colgaban de las paredes, iluminando el camino apenas lo suficiente para ver, pero no lo suficiente como para disipar la opresiva sensación de claustrofobia que llenaba el lugar.

Los pasos resonaban en los pasillos de piedra. Alaric no decía una palabra mientras lo guiaba a través de un laberinto de corredores y escaleras descendentes. Leonard intentaba memorizar cada giro, cada detalle, buscando puntos de referencia para planear su escape, pero cuanto más descendían, más perdía la noción de dónde estaba. El lugar parecía una prisión subterránea diseñada para desorientar a sus prisioneros.

Finalmente, llegaron a una gran puerta de hierro. Alaric se detuvo frente a ella y, con una sonrisa maliciosa se giró hacia Leonard.

—Aquí es donde empezaremos a trabajar en tu "potencial", Leonard —dijo con una voz suave pero cargada de amenaza—. Espero que estés listo.

Leonard lo miró, con los ojos entrecerrados. No respondió. Sabía que cualquier palabra o provocación solo le daría más satisfacción a Alaric, y lo último que quería era demostrarle lo aterrado que estaba. Sabía que estaba caminando directamente hacia una trampa, pero no tenía otra opción en ese momento.

Alaric abrió la puerta con un crujido, revelando una enorme sala circular. En el centro, había un círculo de piedra grabado con símbolos arcanos, y alrededor del círculo, varios artefactos antiguos que parecían reliquias. La atmósfera era fría, pero una energía latente palpitaba en el aire, como si todo el lugar estuviera vivo, o más que vivo...muerto.

—Este es un lugar especial —dijo Alaric mientras caminaba hacia el círculo—. Aquí, descubriremos qué es lo que te hace tan especial, Leonard. Lo que realmente hay dentro de ti.

Leonard sintió que un nudo se formaba en su estómago. Sabía que Alaric se refería a algo más que su habilidad para invocar a su animal. Desde el primer día en este mundo, había sido consciente de que algo en su poder había cambiado con el cambio de mente, y que los poderes, al estar ligados a la mente, habían cambiado los del villano original a los suyos, adaptándose a los de su persona y vinculándolo a un secreto más oscuro. Y ahora, Alaric parecía estar decidido a desvelarlo.

—¿Por qué yo? —preguntó Leonard, su voz más tranquila de lo que se sentía por dentro—. ¿Qué es lo que realmente quieres?

Alaric lo miró con una sonrisa ladeada, pero sus ojos brillaban con una intensidad casi fanática.

—Porque, Leonard, tú no eres como los demás. Sabes que no perteneces a este mundo de la manera en que ellos lo hacen. Eres un caso extraordinario, uno entre millones... y eso te hace valioso.

Leonard sintió que el sudor frío bajaba por su espalda. ¿Cómo podía saberlo? Solo él tenía conocimiento de su verdadera naturaleza, de que no era realmente parte de este mundo, sino alguien que había llegado aquí desde otro, atrapado en el cuerpo de un villano. Pero si Alaric lo sabía, entonces las cosas eran mucho más complicadas de lo que había pensado.

—No sé de qué hablas —dijo Leonard, tratando de ganar tiempo—. Soy un estudiante más en la academia.

Alaric se rió entre dientes, un sonido bajo y amenazante que retumbaba en la sala.

—Oh, Leonard, puedes intentar engañarte a ti mismo todo lo que quieras, pero yo sé lo que eres. El animal que invocaste, el lobo negro, no es una simple manifestación de poder. Es un reflejo de la oscuridad que llevas dentro, del potencial que aún no has desbloqueado. Y yo voy a ayudarte a hacerlo.

Leonard apretó los puños. Cada fibra de su ser le gritaba que huyera, pero no había salida. Estaba atrapado en esa fortaleza, rodeado por hombres de Alaric, y sabía que cualquier intento de resistencia sería inútil. Su única opción era jugar su juego... por ahora.

—¿Qué planeas hacerme? —preguntó Leonard, manteniendo la voz firme.

Alaric lo miró un momento, evaluándolo, como si considerara cuánto debía decirle.

—Voy a desatar lo que llevas dentro —respondió finalmente—. Verás, este lugar no es solo una prisión. Es un centro de poder antiguo, construido por aquellos que entendieron que el verdadero poder no proviene solo de la fuerza o la magia, sino de las profundidades más oscuras de uno mismo.

Alaric señaló el círculo en el suelo.

—Aquí, dentro de este círculo, te enfrentarás a lo que realmente eres. Y cuando lo aceptes, cuando te fundas con esa oscuridad, serás imparable.

Leonard lo miró con incredulidad. Sabía que había algo raro en su habilidad para invocar al lobo negro, pero la idea de "fusionarse con la oscuridad" era algo que no podía aceptar.

—No soy una herramienta para tus experimentos —espetó Leonard, con una chispa de ira en su voz—. Nunca lo seré.

Alaric sonrió de nuevo, con una calma inquietante.

—No te preocupes, Leonard. Lo serás. Tarde o temprano serás mio.

Los guardias avanzaron, empujando a Leonard hacia el círculo. Sentía cómo su cuerpo temblaba, no solo por el miedo, sino por la sensación de estar acercándose a algo inevitable. Cuando sus pies tocaron el borde del círculo grabado en el suelo, una oleada de energía lo recorrió, como si algo lo reconociera, como si ese lugar lo estuviera reclamando.

—Este es solo el comienzo —dijo Alaric, mientras observaba desde las sombras—. Pronto lo entenderás.

Leonard cerró los ojos, sabiendo que estaba a punto de enfrentarse a algo que no podía controlar. Mientras la energía del círculo comenzaba a envolverlo, solo una cosa ocupaba su mente: Albert. Solo esperaba que estuviera a salvo, y que cumpliera su sueño, aunque él ya no pudiera estar a su lado.

La oscuridad se cerró a su alrededor, y el mundo desapareció.

El Príncipe y el Villano (BXB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora