Los murmullos aún resonaban en la sala mientras Leonard intentaba mantenerse en calma. El fracaso de la esfera en reaccionar había sido más que una simple decepción: había llamado la atención que tanto temía atraer. Mientras los demás alumnos compartían impresiones, Albert se mantenía quieto, observando a Leonard con esos ojos penetrantes que parecían buscar respuestas ocultas.
Cuando todos fueron finalmente liberados para regresar a sus dormitorios, Leonard sintió un peso en los hombros, como si el día le hubiese drenado por completo. Christian y Xander caminaban a su lado, charlando sobre sus propias pruebas, pero Leonard apenas les prestaba atención.
—No te preocupes, Leo —dijo Christian, dándole un leve codazo—. No todos logran despertar su poder a la primera. Estoy seguro de que lo harás cuando sea el momento adecuado.
—Sí, además, tienes una ventaja sobre muchos —añadió Xander—. Aún no cumples los dieciséis, te queda tiempo.
Leonard asintió, pero su mente estaba muy lejos de aquellas palabras reconfortantes. El problema no era que no hubiera despertado su poder. Era que no iba a despertar ningún animal, no como los demás. Su mente y su alma no pertenecían a este mundo, y eso lo sabía muy bien. Pero ¿cómo explicarle eso a Christian, su mejor amigo, o a alguien más sin parecer un loco?
De regreso en el dormitorio, Xander se dejó caer en su cama, completamente relajado.
—¡Vaya primer día, eh! —dijo mientras se estiraba—. Aún no puedo creer que Albert haya hecho estallar la esfera de esa manera. Ese chico es aterrador.
Christian asintió, pero Leonard no comentó nada. Sabía que Albert era poderoso, pero lo que más lo inquietaba era la mirada que le había lanzado después de su propia prueba fallida. Como si, de alguna manera, Albert empezara a recordar algo. No había dudas de que Albert sospechaba algo de él.
Leonard se dejó caer en su cama, pero no podía relajarse. La sensación de que estaba bajo vigilancia constante lo mantenía en alerta. Pasaron algunos minutos en silencio antes de que Christian rompiera la tensión.
—Hey, Leo —dijo en voz baja, asegurándose de que Xander no los escuchara desde el otro lado del cuarto—. ¿Estás bien? Te noto diferente desde que comenzó todo esto.
Leonard se giró hacia él, sus ojos rojos reflejando las luces tenues del cuarto. No podía decirle la verdad a Christian, pero tampoco podía mentirle por completo.
—Es solo... todo esto de los animales. Es más difícil de lo que pensé —respondió, buscando las palabras adecuadas—. Y Albert... no puedo evitar pensar que... —su voz se fue apagando, pero Christian comprendió.
—Albert es peligroso, eso lo sabemos —dijo Christian, mirando al techo—. Pero no tienes que enfrentarlo solo. Estamos en esto juntos, como siempre.
Leonard se sintió agradecido por las palabras de su amigo, pero sabía que la realidad era más complicada. Christian no entendía la gravedad de la situación, y eso lo hacía sentir aún más solo en su secreto.
El siguiente día en la academia fue una mezcla de expectativas y tensiones. Las clases comenzaron de manera rutinaria, con estudios sobre la historia del reino, la política y, por supuesto, las habilidades mágicas. Leonard intentaba prestar atención, pero su mente estaba constantemente distraída por la preocupación que lo acosaba desde el día anterior.
Al finalizar las clases, los estudiantes fueron llamados al patio para una serie de ejercicios prácticos. Las pruebas físicas ya habían mostrado a los profesores quiénes tenían el mayor potencial en términos de fuerza y agilidad, pero ahora querían ver algo más: resistencia bajo presión.
Los alumnos se dividieron en pequeños grupos, y para el infortunio de Leonard, su grupo incluía a Albert. El príncipe no había hablado con él en todo el día, pero Leonard podía sentir sus ojos sobre él en cada momento. Era como si Albert estuviera esperando a que Leonard cometiera un error, algo que delatara quién era en realidad.
La prueba consistía en una simulación de combate, una especie de juego donde debían defenderse de ataques mágicos mientras trataban de alcanzar un objetivo en el centro del campo. Christian y Xander estaban en otros grupos, lo que dejaba a Leonard solo entre varios nobles, incluido el propio Albert.
—No me sorprende que te hayan puesto conmigo —dijo Albert con una sonrisa torcida mientras el grupo se preparaba—. Siempre es útil tener a alguien con agilidad cerca. Aunque... me pregunto si hay algo más que deberíamos saber de ti.
Leonard sintió un escalofrío recorrer su espalda. Albert lo estaba probando, tanteando el terreno. Era como si una parte de su memoria intentara sacar a la superficie un fragmento olvidado.
—Solo trato de no ser una carga —respondió Leonard, evitando el contacto visual.
—Veremos si puedes cumplir con eso —replicó Albert con tono cortante.
La simulación comenzó, y los ataques mágicos empezaron a volar desde todos lados. Leonard se movía con rapidez, esquivando cada proyectil con agilidad. Era consciente de que Albert lo observaba, midiendo cada uno de sus movimientos. Si se destacaba demasiado, atraería más sospechas. Si fallaba deliberadamente, parecería inútil.
El combate fue frenético. Albert se movía con una destreza imponente, liderando al grupo y tomando el control de la situación como si estuviera destinado a hacerlo. Leonard, por su parte, seguía cubriendo las espaldas del equipo, tratando de no destacar demasiado. Pero cuando un proyectil mágico voló directo hacia él, Albert intervino de manera abrupta, bloqueándolo con un escudo de energía.
—¿Ves? No puedes hacerlo solo —dijo Albert con una sonrisa, pero sus ojos seguían llenos de sospecha.
Leonard sabía que aquel gesto no había sido un simple acto de compañerismo; Albert estaba probando algo, buscando una reacción, y Leonard estaba llegando a la conclusión de que no le caía bien Albert .
Cuando la prueba terminó, el grupo se dispersó, pero Leonard se quedó atrás, sintiendo el peso de las miradas sobre él. Christian y Xander lo esperaban a lo lejos, sin haber notado nada fuera de lo común, pero Leonard sabía que Albert no lo había olvidado. Lo peor de todo es que su silencio hablaba más que cualquier acusación directa.
Leonard miró al cielo mientras caminaba hacia sus amigos. El tiempo estaba corriendo, y aunque había logrado sobrevivir el primer día, sabía que Albert no dejaría de vigilarlo. Tendría que estar más atento que nunca.
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El Príncipe y el Villano (BXB)
RomanceLeonard nunca pensó que su vida acabaría a los 30 años en un trágico accidente de tráfico, pero lo que menos esperaba era despertar en un mundo de fantasía, habitando el cuerpo de uno de los villanos secundarios de su novela favorita. Ahora, como un...