Celebración + Albert

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Los exámenes habían llegado a su fin. Después de dos semanas estudiando como locos todos habían terminado el primer trimestre. Leonard cada vez sentía más presión. Los susurros y cuchicheos de la gente cuando pasaba no cesaron después de dos semanas, lo que lo ponía nervioso. Christian se estaba comportando muy raro con él, como si quisiese decirle algo pero nunca lo hacía y lo evitaba. Y Albert parecía que controlaba todos sus alrededores, con quien hablaba, donde y cuando. Necesitaba un descanso, y la fiesta que la escuela organizaba después de los exámenes era perfecta. 

El ambiente era festivo, lleno de risas y música. Los estudiantes habían trabajado duro y ahora era el momento de dejar atrás la presión y disfrutar. Pero para Leonard, la fiesta traía consigo una mezcla de ansiedad y emoción.

A medida que avanzaba la noche, el gran salón se iluminaba con luces de colores. La música sonaba fuerte, y los estudiantes bailaban y se reían, dejando de lado las tensiones acumuladas. Christian, siempre optimista y lleno de energía, estaba decidido a que Leonard se divirtiera.

—¡Vamos, Leonard! —exclamó Christian, tirando de él hacia la pista de baile—. Esta es nuestra noche. Olvida todo lo demás.

Leonard sonrió, aunque en su interior seguía sintiendo el peso de la presión y la ansiedad. Sin embargo, mientras se movía al ritmo de la música, algo en él empezó a relajarse. El ambiente festivo era contagioso.

Con el paso de las horas, la bebida comenzó a fluir. Leonard, al principio, solo tomaba un sorbo de vez en cuando, pero pronto se dejó llevar por la atmósfera. Antes de darse cuenta, estaba riendo y bailando, dejando que las preocupaciones se desvanecieran por un tiempo.

Christian, que había estado bebiendo más de la cuenta, se volvió un poco más atrevido. En un momento de risa desenfrenada, se acercó a Leonard y, en un impulso, lo besó. Fue un beso rápido, lleno de la energía del momento. Pilló a Leonard completamente desprevenido.

—¿Qué fue eso? —preguntó Leonard, sonrojándose confuso mientras se apartaba.

Christian pareció arrepentido.

—Mierda. Yo...Lo siento has sido por impulso, no se por que he hecho eso.

Sin embargo, su disculpa fue interrumpida cuando Albert apareció en escena. Sus ojos oscuros se posaron en ellos, y la expresión en su rostro se tornó en una mezcla de celos y rabia.

—¿Qué estás haciendo, Christian? —preguntó, su voz baja y peligrosa.

Christian, todavía  borracho y nervioso, no se dio cuenta de la tensión que crecía.

—Solo estamos celebrando, Albert. ¡Es una fiesta!

Pero las palabras de Christian solo sirvieron para avivar la ira de Albert. Sin previo aviso, el príncipe se acercó y, en un impulso, le dio un puñetazo a Christian. El golpe resonó en la sala, y la música se detuvo de golpe.

Leonard, atónito, se lanzó hacia Christian, que cayó al suelo.

—¿Qué demonios estás haciendo, Albert? —gritó Leonard, sintiendo que la adrenalina lo invadía.

Albert lo miró con desdén, sus ojos fulgurantes.

—No toleraré que nadie se atreva a tocar lo que es mío, Leonard.

Leonard sintió que la rabia se apoderaba de él, pero también una profunda tristeza. La presión de los días pasados, las inseguridades, el miedo a ser descubierto, todo se acumulaba en su pecho.

—¡No eres dueño de nadie! —replicó Leonard, sintiendo las lágrimas comenzar a brotar—. Christian es mi amigo, y no te pertenece.

Albert, ahora furioso, retrocedió, dejando a Leonard a su lado. Christian se levantó, aún aturdido, y miró a Leonard con preocupación.

El Príncipe y el Villano (BXB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora