El presagio en el cielo

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Los primeros rayos del amanecer iluminaban las cumbres nevadas de los Andes, reflejando su fulgor sobre los valles que parecían despertar al ritmo pausado del río Urubamba. Las aves se elevaban en el cielo despejado mientras la niebla comenzaba a disolverse, revelando las terrazas agrícolas donde los habitantes de Hatun Pacha, un pequeño pueblo enclavado entre las montañas, trabajaban desde antes del alba.

Amaru, un joven de unos veinte años, observaba desde una colina cercana. Su mirada estaba fija en las tierras de su pueblo, pero su mente vagaba lejos, soñando con el día en que él, como hijo del líder, tomaría el lugar de su padre y guiaría a su gente. Sin embargo, algo perturbaba sus pensamientos. Un silencio inusual pesaba sobre el aire, como si los Apus, los espíritus protectores de las montañas, se hubieran retirado.

—Amaru, ven rápido —gritó su amigo Tupac, quien venía corriendo desde el pueblo—. Algo está sucediendo en el cielo.

Amaru frunció el ceño y siguió a Tupac de regreso. Al llegar al centro del pueblo, vio que todos los habitantes miraban hacia el cielo. Un eclipse había comenzado, pero no era un eclipse común. El sol estaba siendo oscurecido por una sombra extraña que parecía latir con una energía oscura. Los ancianos murmuraban entre ellos, señalando el cielo con preocupación.

—Los Apus no están complacidos —dijo Wira, el chamán del pueblo—. Algo antiguo y malvado se ha despertado.

Amaru sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si una sombra invisible hubiese descendido sobre ellos, robándoles el calor del sol.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora