El cruce de los vientos

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Después de dejar las ruinas de Yanahuara, el grupo siguió el camino trazado por el símbolo en la estatua, que los conducía hacia las montañas aún más altas y peligrosas. La nieve cubría las cumbres, y el aire era cada vez más frío y delgado. Cada paso era más difícil que el anterior.

—Estamos entrando en el dominio de los Apus más antiguos —dijo Kuntur mientras avanzaban por una cornisa estrecha—. Estas montañas han estado vigiladas durante siglos. Aquí, incluso las rocas pueden tener un espíritu.

Nina asintió. Podía sentir la energía antigua a su alrededor, casi como si las montañas respiraran a su propio ritmo. La presencia de los Apus se hacía más fuerte, pero también lo hacía la sensación de que no estaban solos.

De repente, una ráfaga de viento helado los golpeó con tal fuerza que casi los arrojó por el borde del precipicio. El viento no era natural; era como si una fuerza invisible estuviera intentando detenerlos.

—¡Cuidado! —gritó Amaru mientras se aferraba a una roca para evitar ser arrastrado.

El viento aumentó de intensidad, y entre el silbido de las corrientes, comenzaron a escucharse voces susurrantes.

—¡No deben seguir! —decían las voces en una lengua extraña—. ¡El Khipu no debe ser encontrado!

Kuntur miró a su alrededor, buscando el origen de las voces.

—Este es otro guardián —dijo—. Algo o alguien no quiere que pasemos.

Nina, con los ojos cerrados, se concentró en las voces, intentando entender su origen. Finalmente, habló en un tono bajo, pero firme.

—Debemos seguir adelante. El viento no es enemigo, pero está aquí para probar si somos dignos. Los Apus están probando nuestra voluntad.

El grupo avanzó con dificultad, enfrentando el viento con determinación. Amaru, sintiendo que sus fuerzas flaqueaban, recordó las palabras de Kuntur: "Incluso las rocas tienen un espíritu". Se inclinó hacia el suelo y, cerrando los ojos, sintió una conexión con la montaña. Lentamente, el viento comenzó a disminuir.

—Lo hemos logrado —dijo Kuntur, cuando el viento finalmente cesó—. Pero esta no será la última prueba.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora