La sala del destino

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El interior del templo estaba iluminado por una luz dorada que provenía de unas antorchas en las paredes, pero la fuente de esa luz no era fuego, sino una energía mística. El grupo caminó por un pasillo largo y sinuoso, rodeado de figuras talladas en la roca que parecían observarlos.

Finalmente, llegaron a una sala circular enorme, con un altar en el centro. Sobre el altar había una estructura que se asemejaba a un gran telar, y a su alrededor, cientos de hilos colgaban, vibrando suavemente en el aire. Este era el lugar donde el Khipu fue tejido, el lugar donde se decidían los destinos.

—Este es el corazón del templo —susurró Nina, sintiendo la energía de los hilos a su alrededor—. Aquí es donde debemos sellar al Oscuro.

De repente, el aire en la sala se tornó denso. Una sensación de oscuridad profunda comenzó a rodearlos. Amaru sintió una presión en el pecho, y las sombras en el borde de la sala comenzaron a moverse.

—Él está aquí —dijo Inti, con los ojos fijos en las sombras.

Del centro de la oscuridad surgió una figura alta y poderosa. El Oscuro había llegado, con su forma envuelta en sombras negras que parecían consumir la luz del templo. Sus ojos brillaban con un rojo intenso, y su presencia era sofocante.

—Habéis llegado lejos, pero todo ha sido en vano —dijo el Oscuro con una voz que resonaba en las profundidades de la mente de cada uno de ellos—. El poder del Khipu es mío por derecho. Y no podéis detener lo que ha sido predestinado.

Amaru levantó el Khipu, sintiendo el peso del destino en sus manos.

—No permitiremos que destruyas este mundo —respondió con firmeza—. Los Apus nos dieron la fuerza para enfrentarte.

El Oscuro se rió, un sonido que hacía vibrar las paredes del templo.

—Los Apus... no son nada comparado con el poder que yo he acumulado. Este mundo caerá, y todo lo que amáis perecerá.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora