La redención de Kuntur

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En otro rincón de la meseta, Kuntur también enfrentaba su prueba. Se encontró en la cima de una montaña, el lugar donde había cazado por primera vez cuando era un niño. Frente a él, su padre, el gran guerrero del valle, lo observaba con una mezcla de decepción y juicio.

—Fallaste a tu pueblo —dijo su padre con voz severa—. Los dejaste morir. No protegiste a los tuyos cuando más te necesitaban.

Kuntur intentó hablar, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. Su mayor miedo siempre había sido decepcionar a su familia, ser incapaz de cumplir con su deber como protector de su pueblo.

—¿Cómo puedes llamarte un guerrero? —preguntó su padre—. El Oscuro destruirá todo lo que has jurado proteger, y tú no serás capaz de detenerlo.

Kuntur sintió una ola de rabia y frustración. Había pasado toda su vida entrenando, luchando, preparándose para ser el protector de su gente. ¿Y ahora se enfrentaba a la posibilidad de que todo eso hubiera sido en vano?

—No puedo fallar —murmuró, apretando los dientes.

Pero luego, una voz suave resonó en su mente. Era la voz de Amaru, recordándole algo que había dicho en uno de sus primeros días juntos: "La verdadera fuerza no está en la lanza, sino en el espíritu que la empuña".

Kuntur respiró hondo y miró a su padre con decisión.

—No es la fuerza lo que define a un guerrero —dijo—. Es su voluntad de seguir luchando, incluso cuando todo parece perdido.

La imagen de su padre desapareció, y la montaña se desvaneció en la bruma. Kuntur supo que había pasado la prueba.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora