El sendero de las almas

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El viaje hacia el Templo de los Apus era arduo. A medida que el grupo avanzaba por las laderas de las montañas, el paisaje se tornaba más extraño y desolado. Las sombras parecían alargarse con cada paso, y el aire se volvía cada vez más pesado, como si el mundo mismo estuviera resistiendo su avance.

Nina, siempre conectada con los espíritus de la tierra, percibía una presencia constante a su alrededor. Era como si las almas de los que habían caído en batallas antiguas los siguieran, observando silenciosamente.

—Este lugar está marcado por la muerte —dijo Nina, con voz baja—. Las almas de los que intentaron enfrentar al Oscuro están aquí, atrapadas en un ciclo interminable de sufrimiento.

Amaru asintió, sintiendo el peso de esa misma energía en su interior. El Khipu en su cintura parecía más pesado que nunca, y los susurros en su mente se habían vuelto más claros, más urgentes.

Inti, que caminaba detrás del grupo, observaba en silencio. Su mirada era severa, y sus palabras del día anterior aún resonaban en los pensamientos de todos: alguien tendría que sacrificarse.

—Debemos seguir —dijo Kuntur con firmeza—. No podemos permitir que las almas de los muertos nos desvíen de nuestro propósito.

El grupo avanzó a través de un estrecho cañón, donde las paredes de roca estaban cubiertas de inscripciones antiguas, algunas de las cuales parecían narrar historias de batallas épicas y grandes sacrificios. Sin embargo, algo les llamaba la atención: las figuras talladas en la roca no eran solo guerreros. También eran sombras, criaturas oscuras que parecían luchar junto a los hombres, pero no contra ellos, sino como aliados.

—Esto es perturbador —murmuró Amaru—. ¿Estas sombras... eran alguna vez humanas?

Nina lo miró con seriedad.

—Es posible. El poder del Oscuro corrompe. Algunos de los que intentaron enfrentarlo podrían haber sido consumidos por su oscuridad, convirtiéndose en sus siervos.

El silencio cayó sobre el grupo mientras consideraban esa posibilidad. Sabían que su misión era peligrosa, pero la idea de que el Oscuro pudiera torcer sus almas los llenaba de temor.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora