La prueba del espíritu

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Al caer la noche, el grupo llegó a una meseta alta, donde decidieron acampar. Desde allí, podían ver el Templo de los Apus a lo lejos, su silueta imponente recortándose contra el cielo nocturno.

Nina se sentó cerca del fuego, observando el horizonte mientras meditaba sobre lo que les esperaba. Amaru y Kuntur descansaban, aunque ninguno de los dos podía relajarse del todo. Inti, por su parte, estaba más distante, vigilando las sombras.

De repente, una figura se materializó a unos metros del campamento. Era un anciano con ropas desgastadas, sus ojos vacíos, pero llenos de sabiduría. Parecía una visión espectral, casi translúcida.

—¿Quién eres? —preguntó Amaru, poniéndose de pie de inmediato, con el Khipu en la mano.

El anciano alzó una mano en señal de paz.

—No soy un enemigo —dijo con voz suave—. Soy el guardián de este sendero, una sombra del pasado. Vuestro camino está lleno de peligro, pero antes de llegar al Templo, debéis pasar una última prueba.

Nina, con el ceño fruncido, se levantó también.

—¿Qué clase de prueba?

El guardián señaló al Khipu.

—Cada uno de vosotros lleva consigo un peso, una decisión que debe ser tomada. Esta prueba es personal. Para avanzar, debéis enfrentar vuestros miedos más profundos, aquellos que os impiden alcanzar el verdadero poder del Khipu.

Kuntur miró a los demás, su expresión seria.

—No tenemos tiempo para más pruebas. El Oscuro está más cerca cada día.

El anciano lo observó con calma.

—Si no enfrentáis esta prueba, nunca llegaréis al Templo. El Oscuro conoce vuestros temores. Si no los superáis, él los usará contra vosotros.

El grupo se miró en silencio. Sabían que no tenían opción.

El Legado de los ApusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora