El Legado de los Apus

Los ecos del sacrificio

Con los valles sagrados sellados y los Guardianes del Khipu consagrados a su protección, la paz regresó al mundo andino. Pero a un alto costo. Amaru, Inti, Chaska, Kuntur y los otros Guardianes sintieron el cambio en sus cuerpos y espíritus. Ya no eran los mismos, ahora sus vidas estaban intrínsecamente ligadas a las montañas, los ríos y los valles que custodiaban.

La conexión con la tierra les otorgaba una longevidad más allá de lo humano, pero también les alejaba de las personas comunes. Los lazos con sus antiguas vidas comenzaron a desvanecerse. Amaru, una vez un líder entre su pueblo, ahora se sentía apartado, viendo cómo sus seres queridos envejecían mientras él permanecía igual. Inti, siempre sabio y sereno, aceptaba el cambio con dignidad, pero dentro de sí sabía que su destino se había vuelto solitario.

Mientras tanto, el mundo comenzaba a olvidar a los héroes que habían sellado el Khipu y protegido a las tierras sagradas. Las generaciones que crecieron después de la batalla contra el Oscuro escuchaban sus historias como si fueran leyendas lejanas, sin entender el sacrificio real que había hecho posible la paz. Los Guardianes del Khipu, invisibles a los ojos del mundo, vigilaban desde las sombras.

Chaska, en especial, sentía la carga de su conexión con los Apus. A menudo caminaba sola entre las montañas, hablando con los espíritus que la habían guiado, buscando respuestas a preguntas que aún no comprendía del todo. Sabía que el equilibrio era frágil y que el mundo siempre estaba al borde de un nuevo desequilibrio.