11. LA ISLA DE LOS UNICORNIOS - Parte 2

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Dos semanas más tarde, el capitán pirata, con su sombrero de ala ancha cubriendo parte de su rostro, caminaba junto a su tripulación a través de la densa selva de la isla. Las palmeras y los altos árboles se alzaban majestuosos, mientras las lianas colgaban perezosamente desde las ramas. A cada paso, el crujido de las hojas secas bajo sus botas resonaba. El aire estaba impregnado de un aroma a tierra húmeda y flores exóticas.

Al final del sendero llegaron a la playa de arena blanca que las tortugas parlanchinas habían recuperado. Sus voces se oían a lo lejos, conversando sobre sus temas favoritos: el tiempo, las mareas y los misterios del océano. Y allí, anclado con orgullo, estaba La Furia del Viento. Se balanceaba suavemente sobre las olas cristalinas.

Los piratas trabajaban duro para preparar el barco. Tiraban de gruesas cuerdas, con sus músculos tensándose mientras desplegaban las velas al cielo, listas para surcar el mar. El capitán los observaba desde la distancia con su mirada inundada por una mezcla de tristeza y alegría. Parte de los tesoros de Róquístal, brillantes y cargados de historias, ya estaban guardados en las entrañas del navío. ¡Era hora de partir!

—Capitán Escarlata, ¿estás seguro de tu decisión? —le preguntó Barba de Plata con voz grave y llena de respeto.

Capitán Escarlata, con una sonrisa, asintió lentamente. Sintió la brisa cálida en su rostro y el aroma salado del océano.

—Sí, está todo decidido —respondió el capitán. Su mirada se suavizó al recorrer los rostros de su tripulación—. Barba de Plata, ahora serás tú quien lleve a este noble grupo de piratas a través del mar en busca de nuevos tesoros. El mundo está lleno de misterios, y vosotros sois quienes debéis encontrarlos.

Barba de Plata inclinó la cabeza, comprendiendo el peso de esas palabras. No era solo una despedida. Las historias de piratas nunca terminan, solo cambian de escenario, y cada hombre de esa tripulación lo sabía.

El Capitán Escarlata se despidió de su tripulación uno por uno. A cada hombre y a cada mujer les dedicaba unas palabras, un gesto, un recuerdo compartido. En su despedida había gratitud y la promesa de que, aunque no navegara con ellos, su espíritu siempre estaría presente en cada aventura que vivieran. Parrot, su fiel compañero alado, se agitaba inquieto sobre su hombro.

RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora