CAPITULO 1

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ALEX

Había movilizado a todos los hombres que estaban a mi disposición. No había tiempo que perder. Nos dirigíamos al edificio donde se encontraba Julia, y cada segundo que pasaba me acercaba más al límite de lo que podía soportar. Dante iba como copiloto, intentando tranquilizarme, sus palabras llenas de certeza y lealtad, pero ahora mismo, yo estaba viendo rojo. La ira y la ansiedad se habían apoderado de mí, y el único pensamiento en mi mente era sacarla de allí, cueste lo que cueste.

—Todo va a salir bien, Alex —dijo Dante, girándose ligeramente para mirarme.

Claro que sí. Yo confiaba en mis hombres y en mí. Habíamos planeado cada detalle para entrar sin ser vistos, sabíamos cómo lidiar con los Delgado y estábamos preparados para la emboscada. Pero el problema no era entrar, era lo que nos encontraríamos al llegar. Mi mayor temor era llegar demasiado tarde.

El coche avanzaba a toda velocidad por las calles desiertas, y mi mente se llenaba de imágenes de Julia, sola y asustada, pidiendo ayuda que nunca llegó. Si tan solo le hubiera contestado la llamada... Tan solo si no hubiera permitido que ella se fuera sola. La culpa se apoderaba de mí, clavándose como un cuchillo en mi pecho. Pensar que todo esto se hubiera podido evitar... pensar que una simple decisión podría haberla salvado de todo esto.

Apreté el volante con fuerza, mis nudillos volviéndose blancos. No podía permitirme fallar ahora. Julia estaba en ese edificio, y la iban a pagar por cada segundo que ella había pasado allí. Cada maldito golpe, cada segundo de sufrimiento. Los Delgado no sabían con quién se habían metido.

—Escucha, cuando lleguemos, tienes que mantener la cabeza fría —insistió Dante—. No queremos más errores. Necesitamos a Julia fuera y a salvo.

Lo miré de reojo, tratando de calmarme. Sabía que tenía razón, pero la imagen de Julia seguía martillando mi mente. La última vez que la vi estaba furiosa conmigo, y eso me dolía más de lo que quería admitir. Pero esta vez, iba a demostrarle que yo estaría allí para ella. Que no importaba cuán complicado fuese, yo la sacaría de este infierno.

—Lo sé —respondí, mi voz un susurro lleno de determinación—. Pero también quiero que los Delgado paguen. Esto no acaba aquí, Dante.

—Primero sacamos a la chica —respondió, y asintió, compartiendo la misma furia que yo llevaba dentro—. Luego, nos encargaremos de ellos.

Asentí, sin apartar la vista de la carretera. Mis manos seguían apretando el volante, mi corazón latía con fuerza. No podía evitar el miedo, no podía evitar imaginarme el peor escenario. Pero una cosa estaba clara: no iba a perderla. No ahora.

Cada segundo que pasaba era una oportunidad menos para salvarla, y yo no iba a perder ni un segundo más.

Llegamos al edificio. Las luces del exterior eran pocas, la mayoría de las ventanas estaban a oscuras, excepto por un débil resplandor en el último piso. Era allí donde la tenían, lo sabía. Aparqué el coche en seco, y todos salimos, cada uno preparado para lo que vendría.

Dante me miró un segundo, y yo pude ver la preocupación en sus ojos. Pero también vi la determinación. Estábamos en esto juntos, y no ibamos a dejar que nada ni nadie se interpusiera entre nosotros y Julia.

—Todos saben el plan —dije, con la voz controlada a pesar de la tormenta que llevaba dentro-. Entramos, neutralizamos a los
Delgado, y sacamos a Julia. No dejen a nadie consciente. No podemos arriesgarnos.

Mis hombres asintieron, cada uno con la misma convicción reflejada en sus ojos. Lucas se acercó a mí, con su arma en la mano y una mirada que transmitía seguridad.

—Estamos contigo, Alex. No vamos a dejar que le pase nada.

Asentí, sin poder evitar la sensación de gratitud. Aunque era su líder, esto no lo podía hacer solo. Necesitaba de ellos, y ellos necesitaban de mí. Era la única forma de salir de esto.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora