CAPITULO 2

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El edificio era un caos absoluto. Las sombras se movían frenéticamente entre el humo, los disparos resonaban como un tamborileo constante, y los gritos de los hombres heridos llenaban el aire con una sinfonía de agonía y furia. El eco de los disparos rebotaba en las paredes, mientras el polvo se levantaba en cada esquina, nublando la visión y creando una atmósfera de terror y desesperación.

Dante y Lucas estaban en medio de la pelea, sus movimientos rápidos y precisos, cada golpe y disparo efectuado con una destreza letal. Dante se movía con la seguridad de alguien que ha estado en estas situaciones demasiadas veces, descargando su arma contra cualquiera que se interpusiera en su camino. Su rostro estaba endurecido, concentrado, sin dejar lugar a la duda. Los hombres caían a su alrededor, algunos muertos al instante, otros gimiendo mientras se desangraban.

Lucas, por su parte, se abría paso hacia la entrada. Sus ojos buscaban desesperadamente a Alex, mientras sus puños golpeaban a cualquiera que se atreviera a acercarse. Había momentos en los que no se podía saber si estaban ganando o perdiendo; el caos era tan grande que la noción del tiempo y el control se había perdido por completo.

Entre todo ese tumulto, Alex yacía en el suelo.
Su mano presionaba la herida del costado, el dolor irradiaba desde el punto de la cuchillada y se extendía por su cuerpo. El calor de la sangre se filtraba por sus dedos, pero el rugido de la adrenalina lo mantenía consciente.

Había perdido a Julia de vista, y la desesperación nublaba cualquier pensamiento racional.

Con un esfuerzo titánico, Alex se levantó del suelo, tambaleándose al principio, con la vista borrosa y las piernas temblorosas. Pero cada segundo que pasaba era otro segundo que Julia estaba más lejos de él. No podía permitirse parar.

La adrenalina corría por sus venas como un torrente, empujándolo más allá del dolor, más allá de los límites de lo que su cuerpo podía soportar.

En su mente, solo había una cosa: la chica que temía amar. La imagen de Julia, indefensa y desmayada, era suficiente para hacerle olvidar el dolor. Todo lo que importaba era ella, y Alex sabía que prefería morir antes que dejar que se la llevaran. Apretó los dientes y comenzó a correr, ignorando la punzada de dolor que le atravesaba el costado a cada paso.

Tropezó con un cuerpo caído, un hombre al que ni siquiera reconocía, y siguió adelante, empujando a otros a su paso, moviéndose entre la oscuridad y el caos. Los disparos seguían resonando, y podía escuchar los gritos de Dante y Lucas a lo lejos, pero no podía detenerse. Julia estaba siendo llevada fuera del edificio, y él no iba a permitir que eso sucediera.

Alex salió corriendo hacia las escaleras, su respiración pesada y su vista nublada por el dolor, pero nada de eso importaba. Allí, en medio del humo y el caos, vio al hombre que llevaba a Julia a cuestas, bajándola con prisa.

La furia lo invadió al ver cómo ella seguía inconsciente, su cuerpo inerte balanceándose sin cuidado alguno sobre el hombro del hombre.

Con cada paso que daba, Alex aceleraba, el rugido de la adrenalina tapando todo pensamiento que no fuera llegar a ella. El hombre se dio cuenta de que no iba a escapar.
Lo supo en el momento en que miró a Alex y vio la determinación en sus ojos, una furia que no conocía límites. Sin más remedio, el hombre dejó caer a Julia al suelo, como si fuera un trapo. Su cuerpo se desplomó con un golpe seco contra los escalones, y algo en Alex se rompió.

La rabia lo consumió. Verla caer así, sin cuidado, como si no fuera nada, encendió un fuego en su interior que lo convirtió en un animal, en una bestia dispuesta a todo. Los músculos de su cuerpo se tensaron, y sus ojos se clavaron en el hombre frente a él. No iba a dejar que eso quedara impune.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora