JULIA
Alex se había ido y me había quedado sola, sola en esta enorme casa que parecía aún más grande con su ausencia. Me había insistido tanto en que no debía ir a mi apartamento que al final había cedido, pero eso no significaba que me sintiera cómoda aquí. Por lo menos, tenía a mis dos amores conmigo. Me agaché para darles mimos a mis gatas, Lira y Lara, que ronroneaban y se frotaban contra mí, nunca dejándome sola. Eran mi consuelo, el único calor que me quedaba en estos momentos.
Me senté en el sofá y traté de pensar en algo más positivo, pero cada pensamiento se convertía en un espiral de ansiedad. La consulta con los doctores, la noticia del rechazo del riñón, el silencio de Alex, la forma en que me había dejado allí para irse a ocuparse de "sus asuntos". Sentía un vacío en el pecho que no podía llenar.
Intenté relajarme, respirar profundamente, pero no podía. Sentía como si todo el aire a mi alrededor desapareciera. Mis pensamientos iban demasiado rápido, y empecé a agobiarme, a sentir que no había forma de escapar. Necesitaba hacer algo, cualquier cosa. Corrí hacia mi bolso, saqué una de las pastillas que llevaba allí y me la tomé con manos temblorosas. Necesitaba paz, aunque fuera solo un poco. Pero incluso al tragar la pastilla, no sentía alivio, la ansiedad seguía apretando mi pecho, una presión que no desaparecía.
De repente, mi móvil sonó. Era Natalia. Contesté rápidamente, intentando que mi voz sonara normal, aunque sabía que no lo conseguiría del todo.
—Hola, Nat.
—Hola, Julia. ¿Cómo estás? —me preguntó, su voz cansada y preocupada al otro lado de la línea.
No quería preocuparla, no quería que ella cargara también con mis problemas.
—He estado en el médico, y todo va bien —le dije, intentando sonar convincente, pero sabía que mi voz sonaba forzada.
Hubo un silencio al otro lado, y entonces Natalia habló de nuevo, su voz sonando más frágil.
—Yo... yo no estoy bien, Jules. Estoy mal por Marcos, todo esto es un desastre.
Su confesión me golpeó como una piedra. Sentí el peso de sus palabras, otro problema más que añadir a este pozo sin fondo en el que parecía estar cayendo. Cerré los ojos, intentando encontrar algo reconfortante que decir.
—No he hablado con Alex todavía, pero lo haré esta noche —le prometí.
—No me fío de él, Julia —respondió Natalia, y algo en su tono me puso nerviosa. Quise preguntarle qué quería decir, pero ella evitó el tema.
Después de un silencio incómodo, le dije que lo intentaría, que hablaría con Alex y la llamaría en cuanto supiera algo más. Natalia se despidió rápidamente y me colgó antes de que pudiera decirle nada más.
Me quedé mirando la pantalla de mi móvil, con la sensación de que algo había cambiado entre nosotras. ¿Estaba molesta? ¿Por qué? No podía dejar de pensar en su tono, en la distancia que sentía en sus palabras. Otro pensamiento más que añadir a mi pozo, otra preocupación que me hacía sentir que estaba perdiendo a la única persona que siempre había estado a mi lado.
Sentía que me estaba desmoronando. Todos los problemas, el miedo, el dolor, la incertidumbre. La soledad era insoportable. Me recosté en el sofá, abrazando a una de mis gatas, buscando consuelo, pero en mi mente solo había caos. Estaba perdiendo el control de mi vida, y no sabía cómo detenerlo.
Las pastillas parecían no hacer efecto, y mi mente seguía yendo a mil por hora. El riñón, Alex, Natalia, la gente que casi me mata... Todos esos pensamientos se entrelazaban, formando un torbellino del que no podía escapar. Me incorporé en el sofá, llevándome las manos a la cabeza, intentando encontrar una forma de relajarme, de detener la avalancha de emociones que me estaba asfixiando. Pero no había manera.
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SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 Finalizada
RomanceDespués de un rescate arriesgado, Alex logra salvar a Julia de las manos de los Delgado. Sin embargo, el precio de este rescate fue alto: las autoridades han comenzado a seguir cada uno de sus pasos, y ahora Alex y Julia no solo se enfrentan a sus e...