CAPITULO 11

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Laura estaba en la oficina, con la mirada fija en el monitor de su computadora, esperando el listado de las matrículas que habían logrado identificar el martes. Esa noche había sido un caos, la pelea entre las bandas había dejado un rastro de destrucción, y aunque los Moretti habían logrado escapar, al menos pudieron apuntar un par de matrículas que les podrían llevar hasta ellos.
Estaba ansiosa, más cerca que nunca de conectar los puntos y poder actuar con pruebas sólidas. El sonido de un par de pasos la hizo mirar hacia arriba. Era su compañero, Javier, quien se acercaba con una carpeta en la mano.

—¿Todavía nada? —preguntó Javier mientras se apoyaba en el borde del escritorio de Laura.

—No, todavía no —respondió ella, suspirando con frustración—. Estoy esperando el listado de las matrículas que pudieron identificar.

Sabemos que los Moretti estaban allí, y esta es nuestra mejor oportunidad de vincularlos con algo grande.

Javier asintió, mirándola con una sonrisa de apoyo.

—No es fácil, pero vamos avanzando. Ya sabes cómo funciona esto... paso a paso. Por cierto,
-dijo, extendiendo la carpeta hacia ella—, aquí tienes los informes de los testigos. Hay un par de declaraciones que podrían ser útiles, aunque no te voy a mentir, muchos estaban demasiado borrachos para recordar detalles claros.
Laura tomó la carpeta y la abrió, ojeando rápidamente los informes.

-Gracias, Javier. Cualquier cosa que nos ayude a corroborar quién estaba allí ya es un avance.

Necesitamos ponerles más presión, y esta vez no pueden salirse con la suya.

Javier la observó por un momento antes de hablar.

—¿Estás segura de que esto no es personal? — preguntó con voz suave, sin rastro de acusación, pero sí de preocupación.

Laura levantó la vista y lo miró fijamente.

—No es solo personal, Javier. Esto es justicia.

En ese momento, el teléfono de Laura sonó, y su mirada se volvió más intensa mientras contestaba. Al otro lado de la línea, la voz del técnico le confirmó lo que ella estaba esperando: el listado de las matrículas ya estaba disponible.
Laura colgó el teléfono y miró a Javier, con una chispa de determinación en sus ojos.

—Ya lo tenemos. Ahora, a trabajar. Esto apenas comienza.

Laura y Javier cogieron el coche y se dirigieron hacia su destino: Logísticas Moretti. El edificio era impresionante, una estructura majestuosa de cristal y acero que reflejaba la imagen de una empresa próspera y respetable. Pero Laura sabía que la fachada escondía mucho más de lo que mostraba a simple vista. Estaba segura de que había algo turbio detrás, y las matrículas registradas a nombre de la empresa eran la primera pista sólida.

Aparcaron cerca de la entrada principal y se dirigieron al interior. El vestíbulo era amplio y elegante, decorado con mármol y grandes ventanales que dejaban entrar la luz del día.
Laura y Javier se acercaron a la recepción, donde una joven con expresión profesional los recibió con una sonrisa educada.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? - preguntó la recepcionista.

—Buenos días. Venimos a hablar con Alejandro
Moretti —respondió Laura con tono firme, tratando de parecer casual.

La recepcionista asintió y comenzó a teclear en el ordenador.

Laura, viendo que dudaba un momento, decidió añadir algo más.

—O con Dante Costa, si el está disponible - continuó, sabiendo que Dante era el segundo al mando y que, si Alejandro no estaba, él también sería una fuente importante de información.
La recepcionista levantó la mirada con un gesto de disculpa.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora