ALEX
Iba de camino a casa con la cabeza llena de pensamientos caóticos, repasando cada detalle del día. A pesar de todo, no podía dejar de admirar a Dante. Siempre parecía ir un paso por delante, anticipándose a los problemas y resolviendo las situaciones antes de que se salieran de control. Es la mejor mano derecha que podría haber tenido, alguien en quien puedo confiar, incluso ahora que todo parece estar desmoronándose.
Conduzco hacia la casa, y mis pensamientos se enredan en una espiral sin fin. No solo tengo a los Delgado detrás, buscándome como un perro rabioso, sino también a las autoridades pisándome los talones. Todo se está complicando demasiado, cada movimiento que hago parece ser una apuesta arriesgada que solo me hunde más.
Iván no va a parar hasta verme muerto, lo sé. Esa mirada de odio en su cara, la veo cada vez que cierro los ojos. Y luego está la agente Molina, que no va a descansar hasta verme entre rejas. Es como si los enemigos se multiplicaran, como si cada puerta que intento abrir solo me llevara a otra barrera, otra pared que me empuja más hacia el abismo.
La frustración me consume, como una presión que crece en mi pecho y necesita salir. Golpeo el volante con la palma de la mano, una y otra vez, mientras maldigo en voz baja. Todo se va al diablo, cada esfuerzo por mantener el control no hace más que empeorar las cosas. Las decisiones que he tomado últimamente solo parecen arrastrarme más y más hacia un callejón sin salida.
La ira se mezcla con la impotencia. Yo debería ser el que tiene el poder, el que maneja todo, pero ahora me siento acorralado. Como si fuera una marioneta que otros manipulan con cuerdas invisibles. Todo lo que he construido, mi posición, mi poder, parece estar al borde del colapso. Golpeo el volante una última vez, dejando escapar un gruñido de frustración.
—Maldición... —murmuro entre dientes, mientras aprieto las manos en el volante. El peso de todas las amenazas y complicaciones es una carga que me aplasta, y por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy perdiendo la guerra que yo mismo comencé.
Al aparcar frente a la casa, intenté relajarme. Respiré profundamente, tratando de calmar la tormenta que tenía en la cabeza. Sabía que Julia estaba dentro, y lo último que necesitaba en ese momento era enfrentarme a la confusión que me causaba su presencia. Me aterraba lo que empezaba a sentir por ella, y eso solo añadía más caos a mi mente.
No quería enfrentarme a esos sentimientos. Solo quería estar solo y encontrar un momento de paz, aunque fuera solo un segundo. Todo estaba yendo mal, y la presión de mantenerlo todo bajo control me estaba aplastando. Luchar contra los Delgado, contra la policía, y también contra lo que sentía por Julia... era demasiado. Dolía, como si cada esfuerzo por mantenerme firme estuviera rompiéndome poco a poco por dentro.
Apoyé la cabeza en el respaldo del asiento y cerré los ojos, intentando imaginar que el mundo se detenía, que todo el ruido y la presión desaparecían. Solo necesitaba que todo el mundo se parase un momento, que el peso que llevaba sobre mis hombros se aligerara, y poder dejar de pensar en todo durante unos instantes.
Cuando logré relajarme un poco, salí del coche y me dirigí hacia la casa. Al abrir la puerta, un fuerte olor a comida quemada me golpeó en el rostro, llenando mis fosas nasales de un hedor que nada tenía que ver con los deliciosos platos que cocinaba Rosa habitualmente. Este olor era distinto, desagradable, y mi tranquilidad se esfumó en un instante.
—¿Qué cojones...? —murmuré, frunciendo el ceño.
Dejé las llaves en la puerta y caminé a paso rápido hacia la cocina. Al llegar, la escena que encontré me dejó perplejo.
—¡Hola! —dijo Julia, un poco nerviosa.
Ahí estaba, de pie en el centro de la cocina, con una sartén en llamas en la mano. Sus ojos se abrieron de par en par al verme, y su expresión era una mezcla de sorpresa y desesperación. Por un segundo, nos quedamos mirándonos, mientras las llamas crecían peligrosamente.
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SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 Finalizada
RomanceDespués de un rescate arriesgado, Alex logra salvar a Julia de las manos de los Delgado. Sin embargo, el precio de este rescate fue alto: las autoridades han comenzado a seguir cada uno de sus pasos, y ahora Alex y Julia no solo se enfrentan a sus e...