La noche había caído sobre la ciudad, pero en lugar de traer tranquilidad, se había convertido en el escenario de una batalla feroz. La mansión de los Moretti estaba sumida en el caos. Los sonidos de disparos y gritos resonaban por los pasillos, mientras los hombres de Alex luchaban por repeler el ataque sorpresa de los Delgado.
Julia, con el corazón acelerado, se encerró en la oficina de Alex tal como él le había indicado. Sus manos temblaban al sostener la pistola que él le había dado. Se esforzaba por mantener la calma, pero el estruendo de la violencia allá afuera hacía que cada fibra de su ser estuviera en alerta máxima. Se acercó a la puerta y la cerró con llave, tal como Alex le había pedido. Luego, se dirigió al escritorio y se ocultó detrás de él, intentando controlar su respiración. Cada sonido la hacía sobresaltarse, pero se aferraba a la promesa que le había hecho: todo saldría bien.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en el pabellón de los Moretti, Dante enfrentaba su propia batalla. El lugar, que normalmente era un centro de operaciones tranquilo, ahora estaba bajo un ataque feroz. Los hombres de Iván habían llegado en vehículos oscuros, bloqueando las salidas y abriendo fuego sin advertencia.
Dante se encontraba en la sala principal, observando las cámaras de seguridad que mostraban cómo los enemigos se acercaban. Con el ceño fruncido, comenzó a dar órdenes a los hombres a su cargo.
—¡Quiero dos equipos cubriendo las entradas principales! —exclamó, señalando los puntos estratégicos en un mapa desplegado sobre la mesa—. Colocad francotiradores en los puntos elevados y que nadie dispare hasta mi señal.
Los hombres asintieron y se dispersaron rápidamente para tomar sus posiciones. Dante sabía que la clave para sobrevivir a este ataque era mantener la calma y actuar con inteligencia. Había aprendido de Alex la importancia de estar siempre un paso adelante.
Uno de sus hombres, Marco, se acercó apresurado.
—Dante, están intentando forzar la entrada trasera. Han colocado explosivos en la puerta.
Dante apretó la mandíbula. No podían permitir que los invasores entraran al pabellón.
—Bien, prepara una emboscada —ordenó—. Cuando entren, los recibiremos como se merecen.
Se dirigió rápidamente hacia la parte trasera del edificio, seguido por un grupo de sus hombres. Se ocultaron tras las columnas y cajas que llenaban el almacén, esperando el inevitable estallido.
Unos segundos después, una explosión sacudió el lugar. La puerta trasera voló en pedazos, y el humo llenó el ambiente. Siluetas oscuras comenzaron a entrar, armas en mano.
—¡Ahora! —gritó Dante.
Sus hombres abrieron fuego coordinadamente, sorprendiendo a los atacantes. Los invasores cayeron uno tras otro, pero aún así seguían entrando más. El tiroteo se intensificó, y el sonido ensordecedor de las balas resonaba en el espacio cerrado.
Dante se movía con agilidad, disparando con precisión mientras dirigía a sus hombres. Sabía que no podían retroceder; tenían que mantener su posición.
—¡Necesitamos refuerzos en el ala este! —gritó por el comunicador.
La voz de uno de sus hombres respondió al instante.
—¡Entendido, Dante! En camino.
De vuelta en la mansión, Alex se movía con destreza entre los pasillos, coordinando la defensa y repeliendo a los atacantes. Los hombres de los Delgado habían logrado infiltrarse en los jardines y algunos ya estaban dentro de la casa. El enfrentamiento era feroz.
—¡No dejen que avancen más! —ordenó Alex a sus hombres—. ¡Protejan las escaleras y aseguren las salidas!
Los invasores intentaban subir al segundo piso, pero los hombres de Alex habían creado barricadas improvisadas, deteniéndolos. El objetivo de los atacantes era claro: querían acabar con Alex y tomar el control de su territorio.
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SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 Finalizada
RomanceDespués de un rescate arriesgado, Alex logra salvar a Julia de las manos de los Delgado. Sin embargo, el precio de este rescate fue alto: las autoridades han comenzado a seguir cada uno de sus pasos, y ahora Alex y Julia no solo se enfrentan a sus e...