CAPITULO 9

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JULIA

Entré en la cafetería y mis ojos recorrieron el lugar rápidamente, buscando a Natalia. La vi en una de las mesas del fondo, mirando su taza con la mirada perdida. Sentí cómo se me apretaba el pecho; verla así me hizo sentir la culpa más pesada que nunca.

Caminé hacia donde estaba, con el corazón latiendo desbocado. No sabía si darle un abrazo o no, no sabía cómo saludarla. ¿Qué sabía ella? ¿Qué le había contado Marcos exactamente? No podía evitar pensar en todas las razones que tendría para estar enfadada conmigo.

Al llegar a la mesa, ella levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron. Hubo un momento de silencio, y luego Natalia se puso de pie. Nos quedamos así, a medio metro de distancia, sin saber si abrazarnos o mantener la distancia. Vi la confusión y el dolor en sus ojos, y supe que había mucho que explicar.

—Hola —dije, mi voz apenas un susurro.

—Hola —respondió ella, su tono distante. Parecía que quería decir mucho más, pero se quedó en ese simple saludo.

Dudé por un segundo, pero finalmente decidí que lo mejor era ser honesta. Abrí los brazos levemente, esperando que ella aceptara el gesto.

Si no quería, lo entendería.

Para mi alivio, después de un segundo de duda, Natalia se inclinó y me dio un abrazo. Sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero luego se relajó. Yo cerré los ojos, sintiendo que al menos había un pequeño hilo de esperanza de que pudiéramos arreglar las cosas.

—Tenemos que hablar —dijo Natalia cuando nos separamos. Su voz aún tenía un toque de dureza, y lo acepté. Sabía que me lo merecía.

—Lo sé. Estoy aquí para explicártelo todo —respondí, y me senté frente a ella, preparándome para lo que estaba por venir.

La atmósfera entre nosotras era densa, llena de emociones no dichas. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero estaba decidida a enfrentar la verdad, sin importar lo dolorosa que fuera.

—No sé por dónde empezar... —dije, intentando encontrar las palabras adecuadas.

Natalia fue la primera en romper el silencio. Me miró de arriba a abajo, con el ceño fruncido, y luego preguntó:

—¿Estás bien? Tienes la cara fatal... Marcos me ha contado que han pasado cosas... —dijo, aunque parecía evitar decir lo que realmente pensaba.

—Sí, estoy bien... podría haber sido peor —intenté aliviar un poco la tensión, esbozando una sonrisa débil.

Pero Natalia no parecía relajarse. Sus ojos seguían clavados en mí, esperando más respuestas, más sinceridad.

—Yo... yo te juro que quería decírtelo —empecé, buscando su mirada, pero ella negó con la cabeza rápidamente.

—Ni se te ocurra decir eso —me interrumpió, su tono frío y cortante—. Si realmente hubieras querido decírmelo, ya lo habrías hecho. Ahora cuéntamelo todo, y deja las excusas.

Tragué saliva, el nudo en mi garganta haciéndose más grande.

—¿Qué te ha contado Marcos? —pregunté, intentando entender cuánto sabía ya, con la esperanza de que me diera alguna pista para empezar.

—Eso da igual —respondió, sus ojos fijos en los míos—. Quiero escuchar lo que tienes que decir tú.

Sentí cómo se me encogía el corazón. Estaba enfadada, y con razón. No podía culparla por estar decepcionada. Cerré los ojos un momento, tomando aire, y luego me incliné hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora