CAPITULO 27

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JULIA

Me siento en el sofá, dejando que el peso de todo lo que ha pasado últimamente caiga sobre mis hombros. Lara y Lira, mis gatas, se acercan a mí de inmediato, acurrucándose a mi lado, como si pudieran sentir que algo no va bien. Sus ronroneos suaves me calman un poco, pero mi mente sigue acelerada. Cojo el móvil, indecisa. Pienso en Natalia, en la última vez que hablamos. Estaba distante, fría... diferente. Eso me dejó preocupada. Quiero enviarle un mensaje, algo casual para ver cómo está, pero después de pensarlo unos segundos, decidió que es mejor llamarla directamente.

Cuando suena el tono de llamada y finalmente me responde, noto de inmediato en su voz que sigue enfadada. Hay algo en su tono que me pone en alerta.

—¿Natalia? —digo, intentando sonar tranquila—. ¿Estás bien? Te noto...rara.

—Estoy bien —responde cortante, pero su tono la delata.

Suspiro, sintiendo que hay algo más. No quiero rodeos, así que voy directo al grano.

— ¿Qué pasa? —pregunto, manteniendo mi voz calmada—. ¿Por qué estás enfadada?

Hay un silencio largo al otro lado de la línea, y puedo imaginarla mordiéndose el labio, debatiéndose si decirme o no.

—Es por Marcos —admite finalmente, su voz fría.

Mi corazón da un vuelo. Claro, sabía que todo esto iba a afectarla, pero escucharla decirlo me duele más de lo que esperaba.

—He intentado hablar con Alex, pero está ocupado —le digo, intentando mostrarle que no la he olvidado, que estoy de su lado. Pero su respuesta no es la que esperaba.

—No me fio de él —dice con firmeza, su tono aún más distante—. Marcos y yo estamos intentando pensar algo. No sé cuánto tiempo más podemos esperar.

Un nudo se forma en mi estómago. Esta situación es mucho más grave de lo que pensaba. Intento mantener la calma, pero la preocupación me invade.

—No hagáis nada estúpido, por favor —le ruego—. Esperad a que pueda hablar con Alex. Puedo convencerlo de que no haga nada precipitado. Solo papá tiempo.

Natalia se calla. El silencio en la línea me pone nervioso.

—No sé, Julia —dice después de unos segundos, con un susurro—. No me fio. No me fio de él.

—¿Por qué? —insisto, tratando de entender su reticencia—. Si no me dices lo que está pasando, no puedo ayudarte. ¿Por qué no confías en Alex?

—No quiero hablar de esto —responde con dureza.

Pero algo no me cuadra. Sé que hay algo más, algo que no me está diciendo, y si no lo averiguo, no podrá detener lo que está a punto de suceder.

—Natalia, por favor. Si no me cuentas todo, no puedo ayudarte. Tienes que confiar en mí.

Otro largo silencio, uno que me deja al borde de la desesperación. Estoy a punto de insistir de nuevo, cuando su voz, ahora mucho más baja y quebrada, finalmente rompe la tensión.

—Está bien. Te lo diré, pero tienes que prometerme que no dirás nada a nadie —dice, su voz temblando ligeramente—. Alex... Alex mató a sus padres.

El mundo se detiene por un segundo. Me quedé en completo shock, incapaz de procesar lo que acaba de decirme.

—¿Qué...? —Apenas puedo formular la pregunta.

—Él... los mató para quedarse con todo el imperio —continua, su voz ahora cargada de una tristeza profunda—. Se desea de ellos para tener el control de todo. Es un hombre sin alma, Julia. Una persona como él nunca perdonaría algo como lo de Marcos. Nunca. No tiene piedad.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora