CAPITULO 31

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ALEX

Estoy de pie en mi oficina, el ambiente está cargado de una tensión casi tangible. Miro a Julia, que me observa con los ojos muy abiertos, claramente en shock por todo lo que acabo de contarle. Su rostro refleja una mezcla de incredulidad y dolor que apenas puedo soportar.

—Alex, yo... no sabía... —balbucea, su voz apenas un susurro.

La rabia hierve dentro de mí, una mezcla explosiva de ira y decepción que amenaza con desbordarse. Aprieto los puños y doy un paso hacia ella.

—¡Claro que no lo sabías! —le espeto, mi voz más dura de lo que pretendía—. ¡Nadie lo sabía! Prefiero que todos piensen que soy un hombre sin alma, que vean en mí a una bestia preparada para todo.

Ella retrocede ligeramente, como si mis palabras la hubieran golpeado físicamente. Veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas, pero en este momento no puedo permitirme ceder.

—Este es mi mundo, Julia —continúo, señalando a nuestro alrededor—. Un mundo de oscuridad, de decisiones que nadie debería tener que tomar. ¿Crees que disfruto siendo así? ¿Crees que es fácil llevar esta carga?

Ella baja la mirada.

—Alex, yo... lo siento tanto...

Suelto una risa amarga.

—¿Lo sientes? —repito—. ¿Sabes lo que realmente siento yo? Decepción. Me has traicionado. Te di mi confianza, te abrí las puertas de mi vida, y aun así entraste a mi puta oficina y me robaste dinero e información.

Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas.

—No tenía otra opción... Marcos y Natalia...

La interrumpo con un gesto brusco.

—¡Siempre hay opciones, Julia! —exclamo—. Podrías haber venido a mí, podrías haber hablado conmigo. Pero en lugar de eso, elegiste ir a mis espaldas.

La habitación se queda en silencio por un momento. Puedo escuchar mi propia respiración, pesada y cargada de frustración. Intento calmarme, pero las imágenes del pasado vuelven a mi mente, mezclándose con esta nueva traición.

—¡No tienes derecho a decir nada de eso! —exclamó—. Yo he intentado hablarlo más de una vez, pero ¡joder, Alex! Siempre me mandabas a la mierda. Nunca te ha importado lo que yo decía.

Sentí cómo mi cuerpo se tensaba, pero no me giré para mirarla. El calor de la ira recorría mis venas, mezclándose con una desesperación que apenas podía contener. ¿Cómo podía ser tan injusta? ¿Cómo podía decir que la había traicionado cuando nunca, ni una sola vez, había intentado entender completamente mi mundo?

—Siempre te has encerrado en ti mismo, me has apartado como si no importara lo que sentía —continuó ella, sin detenerse—. ¡Tú nunca quisiste hablar! ¡Nunca quisiste escucharme! Solo eras tú, tu maldito control y tu maldito mundo de sombras.

Permanecí inmóvil, sintiendo cómo mis hombros subían y bajaban lentamente con cada respiración pesada. Finalmente, me giré hacia ella, y sé que en mis ojos ya no había rabia, solo una mezcla de cansancio y algo más... algo que ni siquiera yo podía identificar.

—¿Crees que no me importa lo que dices? —dije en voz baja, pero con una dureza que la hizo estremecer—. ¿Crees que todo esto es fácil para mí? No sabes lo que es vivir en mi mundo, Julia. No entiendes lo que implica proteger lo que más te importa. He tenido que tomar decisiones que te harían desmoronarte.

—¡Eso no justifica nada! —me respondió, su voz quebrándose—. No justifica que me trates como si fuera solo una más. Como si mis sentimientos no importaran. Como si yo no importara.

SUSURROS EN LA OSCURIDAD|| 2 FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora