♡ Capitulo 2 ♡

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Apenas despuntaba el sol cuando el sonido repentino de las cortinas siendo abiertas de golpe nos sacó del sueño a mis hermanas y a mí. Un torrente de luz invadió la habitación, iluminando cada rincón con la calidez del nuevo día. Me froté los ojos, algo aturdida por el abrupto despertar, pero entonces escuché la voz familiar que siempre nos llenaba de alegría.

—¡Despierten, dormilonas! —dijo nuestra abuela, con su energía característica, mientras se acercaba a la ventana con una sonrisa en los labios.

Las tres nos incorporamos rápidamente en la cama, casi como si el sueño nunca hubiera existido, y corrimos hacia ella. La rodeamos con nuestros brazos, abrazándola con fuerza. Siempre había sido nuestro refugio, esa figura materna que nos hacía sentir amadas de una manera que solo ella sabía. Nos acogió a las tres en su cálido abrazo, riéndose suavemente.

—¡Vaya, qué recibimiento! —exclamó, acariciándonos la cabeza—. Las he extrañado, mis niñas.

Después de un momento, cuando las emociones del reencuentro comenzaron a calmarse, nos soltamos. Nuestra abuela, con esa elegancia innata que siempre la caracterizaba, sacó algo de entre los pliegues de su capa.

—Tengo algo para ti, Lissi —dijo, mirándome con cariño—. Pensaba enviártelo con un mensajero, pero temí que se perdiera, y no quise dejar pasar la oportunidad de dártelo en persona.

Extendió sus manos hacia mí y, con cuidado, me entregó un pequeño paquete envuelto con una delicada cinta dorada. Lo tomé, sorprendida y emocionada. No era solo el regalo, era la presencia de mi abuela lo que realmente significaba el mundo para mí.

—Ábrelo cuando estés lista —añadió, con una sonrisa cómplice—. Espero que te guste. —¡Vamos, chicas! —nos apuró nuestra abuela con una chispa de emoción en sus ojos—. Deben vestirse rápido. Hoy es un día hermoso, perfecto para disfrutar de un buen té al aire libre.

Sin pensarlo dos veces, nos dirigimos a nuestros armarios y comenzamos a elegir rápidamente nuestras prendas. Las tres compartíamos un estilo similar, aunque cada una tenía su toque personal. Mientras me vestía, sentía la mezcla de emoción y nervios por el nuevo día que se presentaba, pero también la sombra de lo que había sucedido con mi madre aún pesaba en mi mente.

Al poco tiempo, bajamos corriendo las escaleras junto a nuestra abuela. Al llegar a la terraza, el aroma de flores frescas llenaba el aire, y el sol brillaba con fuerza, como si celebrara mi cumpleaños de alguna manera. Nos sentamos a la mesa dispuesta bajo un gran árbol, y la abuela nos miró con una sonrisa.

—¿Cómo ha pasado mi niña su cumpleaños? —preguntó, mientras comenzaba a servir el té.

Antes de que pudiera responder, una de mis hermanas, con la mirada aún cargada de indignación, intervino.

—No muy bien, abuela. Mamá la ha prometido con un viejo asqueroso —dijo, frunciendo el ceño.

La expresión de nuestra abuela cambió de alegría a sorpresa y preocupación.

—¿Qué? —exclamó, incrédula—. No puedo creer que tu madre haya hecho algo tan horrible. ¿A qué estaba pensando?

Su reacción fue un alivio para mí, como si por un momento la nube oscura que había surgido en mi cumpleaños se disipara. Sin embargo, sabía que la conversación estaba lejos de terminar, y que debía enfrentar lo que había sucedido.

—No lo sabemos, abuela —respondí, aún aturdida por la noticia de mi compromiso—. Pero es una locura. Me siento como un objeto más que una persona.

La abuela hizo una mueca de desdén, mientras servía el té en las tazas de porcelana que había traído de su casa.

—Su madre ha estado actuando de manera muy imprudente. No solo ha faltado a sus deberes como madre, sino que ha perdido el juicio al permitir que un hombre como ese entre en la vida de su hija. Una promesa de matrimonio no debe hacerse a la ligera, y mucho menos con alguien tan mayor.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora