El día del baile llegó antes de lo que esperaba. Nos habíamos preparado con cuidado, cada una eligiendo su vestido con dedicación. Yo llevaba uno sencillo pero elegante, de un color azul profundo, mientras que Amelia e Iris habían optado por tonos más claros, cada una con su propio estilo. Sentía nervios, pero también algo de curiosidad. Era nuestro primer baile lejos del palacio, sin las responsabilidades y miradas que siempre nos acompañaban allá.
Cuando el carruaje estuvo listo, mi abuela Adelaida nos llamó desde el piso inferior.
—¡Chicas, es hora de bajar! —escuché su voz, firme pero cariñosa.
Nos miramos entre nosotras y bajamos por las escaleras, emocionadas pero intentando mantener la compostura. Una vez afuera, el carruaje negro nos esperaba con los caballos preparados. Nos ayudaron a subir y nos acomodamos en los asientos, listas para nuestra aventura.
El trayecto fue relativamente corto, pero me dio tiempo para pensar en todo lo que habíamos dejado atrás y en la nueva oportunidad que representaba este evento. Pronto, llegamos a la mansión de Lady Arabella, una construcción impresionante rodeada de jardines bien cuidados.
Cuando bajamos del carruaje, noté que Arabella ya estaba en la puerta, esperándonos. Su expresión mostró sorpresa al vernos.
—¡Adelaida, querida! —exclamó con una sonrisa—. ¡No sabía que vendrías acompañada de tres jóvenes tan hermosas!
Nos sonrió con calidez, y me sentí un poco más relajada. Arabella irradiaba una amabilidad genuina, algo que no siempre encontraba en los círculos nobles. Nos hizo una seña para que entráramos al gran salón.
—Bienvenidas, mis queridas —nos dijo con dulzura—. Esta noche es especial, y me alegra tanto que puedan compartirla conmigo.
Amelia e Iris parecían encantadas con el recibimiento, y yo también me sentí más cómoda. El gran salón era espectacular, con candelabros brillando y música suave llenando el aire. Arabella no solo fue amable con nosotras, sino que trató a nuestra abuela con un cariño especial, como si fueran viejas amigas, lo cual me hizo sentir que estábamos en el lugar correcto.
Este baile, en lugar de ser una simple ocasión social, comenzaba a sentirse como una oportunidad para disfrutar y ser nosotras mismas, sin las sombras del pasado.
Mi abuela, siempre elegante y carismática, no tardó en empezar a presentarnos entre sus amigas. Nos llevaba de un lado a otro, haciendo gala de su orgullo por nosotras. Amelia y yo intercambiábamos miradas, a veces algo incómodas, pero agradecidas de que al menos estábamos lejos del palacio y en compañía de personas que, en su mayoría, no nos conocían.
—Estas son mis nietas, Elisabeth, Amelia e Iris —decía mi abuela con una sonrisa resplandeciente—. Estoy tan orgullosa de ellas.
Entre las presentaciones, algunos jóvenes comenzaron a mostrarse interesados, aunque ninguno daba el primer paso. Sin embargo, al cabo de un rato, vi cómo uno de ellos, un chico alto y de aspecto agradable, se acercó a Iris con una sonrisa tímida.
—¿Me concederías este baile? —le preguntó, extendiéndole la mano.
Iris, con sus mejillas ligeramente sonrosadas, aceptó con una sonrisa encantadora. Amelia y yo intercambiamos una mirada de emoción. Nos alegrábamos por nuestra hermana menor; verla tan feliz nos hizo sonreír, aunque una pequeña parte de mí deseaba que tal vez alguien también se acercara a nosotras.
Mientras Iris bailaba con el joven, Amelia y yo conversamos un poco y observamos a los demás. Pero a medida que la noche avanzaba, comenzó a hacerse evidente que ni Amelia ni yo seríamos invitadas a bailar. Veíamos cómo las parejas giraban por la pista, riendo y disfrutando, mientras nosotras permanecíamos de pie, fingiendo no darle importancia.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasi"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...