Estaba sentada junto a él, acurrucada en su regazo con la cabeza apoyada en su hombro. La calidez de su cuerpo, su mano firme descansando en mi cintura, siempre lograban hacerme sentir segura. Pero hoy, a pesar de su cercanía, el nudo en mi garganta se hacía cada vez más difícil de ignorar. Había intentado hablar varias veces, abrir la boca para decirle lo que me estaba carcomiendo por dentro, pero las palabras simplemente no salían.
Sentía su respiración pausada, su calma, mientras con la otra mano acariciaba mi cabello. Él no tenía idea de lo que me estaba costando contenerme, y la necesidad de soltarlo todo se volvía cada vez más insoportable. Respiré hondo, tratando de encontrar mi voz.
—Finn... —comencé, pero mi voz salió más como un susurro. Él me miró de inmediato, preocupado, como si hubiera sentido el cambio en mi tono—. Esta mañana... vino el médico a verme.
Sentí su cuerpo tensarse ligeramente bajo mi peso. Sus ojos se llenaron de preocupación, y su mano en mi cintura dejó de moverse, apretando con suavidad como si necesitara asegurarse de que estaba bien.
—¿Qué te dijo? —preguntó, la preocupación evidente en su voz—. ¿Estás bien?
Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, pero no podía detenerme ahora. Tenía que decirlo, tenía que sacarlo de mi pecho antes de que me consumiera.
—No... no estoy embarazada —logré soltar, mi voz quebrándose mientras las palabras salían por fin. Sentí su mano aflojarse un poco, como si estuviera procesando lo que le decía—. Y... tengo miedo, Finn. Miedo de que no pueda darte hijos.
Lo miré a los ojos, tratando de mantenerme firme, pero las lágrimas comenzaron a caer sin control. Él se quedó mirándome, sorprendido, y en su expresión pude ver que no entendía de dónde venía mi temor.
—Lissi, ¿de qué estás hablando? —dijo, sus manos apretando mi cintura con más fuerza, como si quisiera aferrarse a mí para que no me desmoronara frente a él—. Nada de eso va a suceder.
—¿Y si no puedo darte un hijo? —pregunté, la angustia en mi voz evidente—. ¿Qué pasa si... si nunca puedo darte una familia? Vas a buscar a otra mujer, alguien que sí pueda hacerlo. Sé que es importante para ti, para cualquier hombre. Y yo no quiero ser la razón por la que te sientas incompleto.
El rostro de Finnian se suavizó de inmediato, y su expresión pasó de la sorpresa a la compasión. Lentamente, levantó una mano para limpiar las lágrimas de mis mejillas con el pulgar, y luego acarició suavemente mi rostro.
—Lissi, escúchame —dijo con una voz profunda y llena de ternura—. Eso nunca, nunca va a pasar. No me importa si podemos tener hijos o no. Te amo por quien eres, no por lo que puedas darme o por los hijos que podamos tener.
Sus palabras comenzaron a calmar mi mente, pero el nudo en mi garganta seguía ahí, recordándome el miedo que llevaba cargando. Él se inclinó hacia mí, presionando su frente contra la mía mientras hablaba con una sinceridad tan palpable que no pude evitar sentirme más tranquila.
—Si no podemos tener hijos, adoptaremos, si eso es lo que queremos —continuó—. Pero lo único que importa es que tú y yo estemos juntos. No quiero que llores por esto, por algo que no deberíamos ni siquiera preocuparnos ahora. Te amo, y eso no va a cambiar, ¿entendido?
No pude evitar soltar un sollozo más al escuchar sus palabras, pero esta vez no era de tristeza, sino de alivio. Todo ese peso que había estado llevando en mi pecho comenzó a desvanecerse con cada palabra suya. Finnian siempre había sido mi roca, y en ese momento, me recordaba por qué.
—Te amo —susurré, mientras él limpiaba las últimas lágrimas de mis ojos.
—Y yo a ti —respondió, plantando un beso suave en mi frente—. No te preocupes por eso, por favor.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasia"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...