♡ Capítulo 38 ♡

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Finnian Ascot

Habíamos pasado días intensos. El clima, el terreno, todo parecía estar en nuestra contra, pero al final, lo habíamos logrado. Estaba terminando de dar las últimas órdenes a mis soldados, asegurándome de que cada detalle estuviera cubierto. Mientras los revisaba uno por uno, un mensajero se me acercó con una sonrisa en el rostro.

—Señor, hemos triunfado —me dijo, casi sin aliento pero con la satisfacción clara en su voz.

Sentí un alivio enorme en el pecho. Habíamos cumplido nuestra misión, y lo mejor de todo era que finalmente podía regresar a casa. Miré a mis hombres, agotados pero victoriosos, y di la orden que todos esperábamos desde hace días:

—Pueden irse a casa. Buen trabajo, muchachos.

Los ví marcharse, algunos con expresiones de agotamiento y otros con sonrisas en sus rostros, listos para volver con sus familias. Yo, por mi parte, no podía esperar ni un segundo más. Sabía que cada minuto que pasara era crucial. Lissi estaba a punto de dar a luz, si no lo había hecho ya, y la ansiedad de no haber estado con ella me carcomía desde que me fui.

Sin perder tiempo, regresé a mi tienda de campaña y preparé toda mi ropa rápidamente. Me aseguré de que todo estuviera en orden, aunque lo único en lo que realmente pensaba era en regresar lo más pronto posible. Mi mente ya estaba en casa.

Monté mi caballo con rapidez, sintiendo la urgencia en cada movimiento. Mientras emprendía el viaje de vuelta, el viento frío en mi rostro no hacía nada por calmar mi ansiedad. Estaba nervioso, sí, pero también emocionado. El pensamiento de poder ver a Lissi y a Nicolás me impulsaba a ir más rápido.

Mientras cabalgaba a toda velocidad, mi mente no podía dejar de imaginar cómo serían las cosas cuando llegara. Todavía creía que tenía tiempo. El parto no estaba previsto hasta dentro de un par de semanas, pero quería estar allí con suficiente anticipación, estar al lado de Lissi y asegurarme de no perderme ni un segundo de ese momento. Todavía me quedaba un buen tramo de camino, pero no podía sacarme de la cabeza la imagen de nuestro bebé por nacer.

Me imaginaba el rostro de Lissi, cómo me recibiría con esa sonrisa suya, cansada pero llena de amor. Era una sensación que nunca había experimentado antes, una mezcla de miedo, alegría, y un nerviosismo que me aceleraba el corazón. Sabía que este era uno de esos momentos que cambiarían mi vida para siempre, y no podía esperar.

Aún no sabía si sería un niño o una niña,  pero, en ese momento, no me importaba nada más que llegar a tiempo. Estaba ansioso, pero también emocionado, pensando que aún tenía un poco de margen antes de que el bebé llegara.

El sonido de los cascos de mi caballo retumbaba en el camino de vuelta, y cada kilómetro que recorría me acercaba más a ellos. Iba lo más rápido que podía, sin detenerme ni un segundo. La idea de perderme el nacimiento me atormentaba, pero estaba convencido de que lo lograría.

Conforme avanzaba el día, el sol empezó a ocultarse tras las montañas, y la oscuridad fue cayendo sobre el paisaje cada vez más rápido. Mis pensamientos comenzaron a llenarse de dudas mientras el cielo se volvía negro. ¿Qué tal si no llegaba a tiempo? Apreté las riendas y obligué a mi caballo a seguir a toda prisa, aunque mis músculos ya se sentían agotados.

Finalmente, cuando vi nuestra casa a lo lejos, ya era completamente de noche. No había ni una sola luz encendida. Supuse que Lissi y Nicolás ya estarían dormidos. Pensé que quizá habían pasado el día ocupados y que Lissi estaba descansando, preparándose para lo que estaba por venir.

Al llegar a la entrada, dejé todo rápidamente, ni siquiera me molesté en desempacar. Sólo tenía un objetivo: ir directo a nuestra habitación para encontrarme con Lissi. Estaba ansioso por verla, abrazarla y hablarle sobre todo lo que había pasado, y sobre todo, prepararme para el nacimiento de nuestro bebé, que según mis cálculos aún faltaba unos días.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora