Finnian Ascot
Me desperté sobresaltado, con los gritos de mujeres resonando en mis oídos. Mi primer instinto fue salir corriendo, pero me contuve, recordando dónde estaba y qué estaba haciendo. Aún algo desorientado por el sueño, me levanté del sofá y me dirigí rápidamente hacia la ventana, preocupado.
Al asomarme, la preocupación se desvaneció en el aire. Ahí estaba ella, Lissi, con sus hermanas. Las tres reían y se divertían, claramente disfrutando del día soleado en el jardín. Se veía despreocupada, sin rastro de las náuseas ni el malestar que la habían aquejado la noche anterior. Me recosté contra la ventana, suspirando aliviado. La visión era casi surrealista. Las risas llenaban el aire mientras ellas jugaban y conversaban como si el mundo no existiera más allá de ese pequeño paraíso.
Por un momento, mis sospechas y preocupaciones parecieron desvanecerse con el viento. Lissi estaba rodeada de su familia, y aunque no podía escuchar de qué hablaban, sus expresiones y gestos no daban lugar a dudas: estaban disfrutando del día.
Me apoyé en el marco de la ventana, observando cómo el sol brillaba sobre ellas, cómo Lissi sonreía con una alegría genuina que no podía ser fingida. Era imposible que alguien que estuviera escondiendo algo oscuro o traicionero pudiera comportarse así. Pero entonces, me obligué a recordar por qué estaba aquí, por qué había pasado la noche en el despacho espiando desde las sombras. Las dudas aún rondaban en mi cabeza, y aunque no quisiera admitirlo, seguía esperando una señal, algo que confirmara o desmintiera lo que había temido.
Apreté los puños. Solo me quedaba esperar.
Me recosté en el sofá, todavía con la vista clavada en la ventana por un momento más, pero luego decidí distraerme. Saqué uno de los libros que había traído conmigo, algo que me mantuviera la mente ocupada mientras comía un poco del pan y el queso que aún me quedaba. Traté de concentrarme en las palabras, pero la visión de Lissi y sus hermanas seguía en mi cabeza, rondando como una sombra.
Pasaron unos minutos tranquilos hasta que, de repente, escuché una voz que no reconocí. Era grave, con un tono que no pertenecía a ninguna de las mujeres. Salté casi literalmente del sofá, el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, y corrí a la ventana, tratando de no hacer ruido. Cuando miré hacia el jardín, vi a un hombre que no había estado allí antes.
Tenía un porte elegante, bien vestido, con una postura erguida y segura. Se acercó a las tres mujeres con una sonrisa encantadora y las saludó a cada una con un beso en la mano, como si fuera algo completamente natural. Lissi sonrió al recibir el gesto, pero fue entonces cuando mi mirada se clavó en lo que sucedía después. El hombre se sentó junto a Amelia, la más pequeña de las hermanas, y lo vi claramente: se tomaron de la mano, como si compartieran una intimidad que iba más allá de lo habitual.
Solté el aire que había estado reteniendo sin darme cuenta. Por un momento, mi mente había estado al borde del pánico, imaginando que aquel hombre era alguien que podría estar con Lissi, pero al verlo con Amelia, sentí cómo mis músculos se relajaban. Ella estaba bien. Ella no lo estaba engañando, o al menos eso parecía. Tal vez había sido todo un malentendido, una duda que había crecido sin motivo.
Me apoyé nuevamente contra la pared, observando desde mi escondite. No podía evitar una pequeña sonrisa al ver a Amelia tan feliz, tomada de la mano de aquel hombre. Quizás no todo era tan oscuro como lo había imaginado.
Horas y horas pasaron mientras yo seguía observando desde mi despacho. Vi cómo el sol comenzaba a bajar y, finalmente, cómo Lissi y sus hermanas empezaron a despedirse. El hombre que había llegado con ellas también se fue, llevándose consigo a Amelia. Lissi, ahora sola, regresó a la casa.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasy"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...