♡ Capítulo 24 ♡

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Finnian Ascot

Me desperté adolorido, mi cuerpo protestando por la incomodidad del sofá en el que había pasado la noche. Intenté estirarme, pero el dolor en mis músculos era persistente. Me levanté y me dirigí a la pequeña despensa que había llenado con la comida que había traído la noche anterior. Me preparé algo ligero para comer y, mientras lo hacía, no podía dejar de pensar en Lissi. La idea de que ella pudiera estar sola en la casa durante mi ausencia me causaba un nudo en el estómago.

Después de comer, la curiosidad me impulsó a salir de mi despacho. Avancé despacio hacia el pasillo que conectaba con nuestra habitación, mis pasos silenciosos sobre el suelo de madera. Quería ver si Lissi seguía allí, pero me detuve en seco al escuchar el sonido del agua corriendo.

Ella estaba en el baño.

Sin pensarlo, me asomé al pasillo que daba a su habitación, utilizando el armario empotrado como cobertura. Desde allí, podía observar sin ser visto. La puerta estaba entreabierta, y el vapor del baño se deslizaba por la rendija, creando una atmósfera cálida y misteriosa.

Fue entonces cuando la vi. Lissi apareció frente a mí, completamente desnuda, el cabello mojado caía en suaves ondas por sus hombros. Mi corazón se detuvo por un instante. Era hermosa, vulnerable y completamente ajena a mi mirada.

Me quedé paralizado, incapaz de apartar los ojos de ella. La imagen me provocó una mezcla de deseo y confusión. ¿Por qué estaba tan feliz? La pregunta que había estado rondando mi mente desde que me había ido parecía más relevante que nunca en ese momento. Sin embargo, no podía ignorar la sensación de que algo no encajaba, de que había un secreto escondido detrás de esa sonrisa.

Ella continuó su camino, y aunque mi mente luchaba entre la necesidad de confrontarla y la tentación de quedarme observando, decidí retroceder, sintiendo la presión de mis propios pensamientos. No quería que me descubriera, no en ese momento, mientras la imagen de su belleza aún danzaba en mi mente.

Regresé a mi despacho, sintiéndome más confundido que nunca. La vulnerabilidad que había presenciado me llenó de anhelo, pero también de celos. ¿Podría ella estar engañándome? La idea de que un hombre pudiera haber estado en nuestra casa me atormentaba, y mi amigo William había plantado esas semillas de duda en mi cabeza.

Me senté en el sofá, mi mente llena de preguntas sin respuesta, mientras el eco de mis propios pensamientos resonaba en las paredes de mi mente.

Pasé el resto del día vigilando desde mi despacho, intentando discernir si había algo extraño en el comportamiento de Lissi. Hasta ahora, no había notado nada fuera de lo común. La había visto reclinada en su hamaca en el jardín, disfrutando del sol, pero de vez en cuando se levantaba rápidamente para correr al baño. Podía ver que parecía sentir náuseas, y eso me llenó de preocupación.

Mientras la observaba, noté cómo dejaba algunas joyas sobre la mesa del jardín. Una pulsera simple, hecha de delicadas perlas, brillaba bajo la luz del sol. Mis cejas se fruncieron, pero no le di mucha importancia, pensando que era solo una costumbre de su parte. Sin embargo, mi atención se desvió cuando, de repente, se levantó y corrió hacia el baño, con un gesto de incomodidad en su rostro.

Fue en ese momento que una de las sirvientas apareció con una bandeja, trayendo lo que supuse sería algo de comer. Desde la ventana, con la luz del atardecer bañando el jardín, vi cómo la sirvienta se acercaba a Lissi. Pero lo que ocurrió a continuación me dejó helado.

Mientras la sirvienta dejaba la bandeja sobre la mesa, vi a Lissi salir apresuradamente del baño. Sin que la sirvienta se diera cuenta, la mujer se inclinó rápidamente hacia la mesa. En un movimiento furtivo, la sirvienta tomó la pulsera de Lissi y la guardó en su bolsillo.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora