♡ Capítulo 28 ♡

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El sonido suave de la lluvia golpeando la ventana me despertó. Me estiré lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de Finnian a mi lado. Estaba profundamente dormido, con una mano descansando sobre mi vientre, como si en sueños quisiera protegerme tanto a mí como al bebé. Sonreí al ver su rostro relajado y en paz.

Me acurruqué un momento más contra su pecho, disfrutando del silencio de la mañana y del sonido lejano de los truenos que aún resonaban. A pesar de la tormenta de anoche, había algo reconfortante en la tranquilidad que se había apoderado de nuestra casa.

Finalmente, decidí levantarme y, con cuidado, me deslicé fuera de la cama para no despertarlo. Me vestí con algo cómodo y bajé las escaleras hacia el comedor, donde ya había un desayuno preparado.

Al poco tiempo, Finnian apareció detrás de mí, pasando su brazo alrededor de mi cintura y dejándome un beso en el cuello.

—Buenos días —dijo con su voz ronca de recién despertado.

—Buenos días, amor —respondí sonriendo mientras me sentaba en la mesa.

Había tres platos servidos: uno para Finnian, uno para mí, y uno más para Nicolás. Miré alrededor pero no vi al niño por ningún lado.

—¿Nicolás sigue dormido? —pregunté a la sirvienta que estaba colocando el té sobre la mesa.

—Sí, mi señora —respondió ella con una sonrisa—. ¿Desea que lo despierte?

Sacudí la cabeza suavemente.

—No, no lo despiertes. Déjalo descansar. Ayer fue un día muy largo para él.

La sirvienta asintió y se retiró, dejando a Finnian y a mí solos en el comedor. Empezamos a desayunar, disfrutando del silencio y de la calidez de la mañana, hasta que un golpe en la puerta rompió la calma.

Uno de los amigos de Finnian entró, con el rostro tenso y serio.

—Finnian, te necesitamos en el cuartel. Es importante, pero no tomará mucho tiempo —dijo, haciendo que Finnian soltara un suspiro.

—¿Qué sucede? —pregunté, mirando entre ambos hombres.

Finnian dejó su tenedor a un lado, limpiándose las manos antes de levantarse.

—No será nada grave, Lissi —me aseguró, acercándose para darme un suave beso en los labios—. Solo será un momento, te lo prometo.

Hice un puchero, frunciendo los labios mientras lo miraba con ligera frustración. No me gustaba cuando se tenía que ir, especialmente después de todo lo que había pasado con Nicolás. Quería tenerlo cerca.

—Volveré antes de que te des cuenta —me dijo con una sonrisa tranquilizadora, acariciando mi mejilla—. Solo espérame aquí.

Asentí, aún con un leve gesto de protesta, pero finalmente le devolví una sonrisa y otro beso en los labios antes de que se despidiera.

Finnian salió de la casa junto a su amigo, dejando el comedor en silencio otra vez. Me quedé sentada un momento, mirando por la ventana cómo la lluvia comenzaba a disminuir, esperando que realmente regresara pronto.

Mientras estaba sola en el comedor, mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unos pasos suaves. Al girarme, vi a Nicolás aparecer por la puerta, vestido aún con la camisa que había usado anoche. Ahora estaba algo más limpia y presentable, pero le quedaba grande, casi como un vestido.

—Buenos días, Nicolás —le saludé con una sonrisa cálida.

El niño se quedó de pie, algo nervioso, con las manos entrelazadas delante de él.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora