Finnian y yo caminábamos por las calles casi desiertas. El cielo nublado y la amenaza de lluvia habían mantenido a la gente en sus casas, lo que nos daba la ventaja de no tener que preocuparnos por encuentros incómodos. Mientras esperaba junto a su caballo, acaricié suavemente el pelaje del animal, recordando la noche anterior. Cómo dormí a su lado, envuelta en sus brazos. Me sentí amada, protegida, y cómoda de una manera que nunca antes había experimentado.
Cuando Finn apareció, lo hizo con una sonrisa en el rostro y una pequeña bolsa en la mano.
—Para el camino —me dijo mientras me entregaba unas fresas frescas.
Sonreí agradecida y tomé algunas. Mientras caminábamos, el suelo comenzó a llenarse de barro, y cada paso se volvía más difícil de avanzar sin ensuciarnos.
—Perdóname por lo que voy a hacer —dijo de repente, y antes de que pudiera preguntar a qué se refería, me levantó con una facilidad asombrosa, como si no pesara absolutamente nada, y me colocó sobre su caballo.
El movimiento fue tan rápido y natural que mi mente quedó en blanco por un momento, sin poder procesar lo que acababa de pasar. Me sostuvo firmemente por la cintura, y sentí su calidez atravesar las capas de mi vestido, haciéndome sentir ligera, como si flotara.
—Finn, tú también te vas a ensuciar —dije, preocupada al verlo caminar sobre el lodo, ya que sus botas comenzaban a cubrirse.
Él se encogió de hombros y me miró con esa sonrisa despreocupada que parecía decir que nada le importaba.
—No te preocupes, las botas se lavan fácil —respondió con calma.
Me acomodé en el caballo, sin poder dejar de observarlo. Era como si nada fuera un esfuerzo para él cuando se trataba de cuidarme, y por un momento me sentí completamente segura en su compañía, perdida en mis pensamientos sobre lo que podría significar todo esto.
Mientras el caballo avanzaba lentamente por el camino embarrado, Finn caminaba a mi lado, asegurándose de que estuviera cómoda. Las fresas que me había dado todavía estaban en mis manos, aunque ahora apenas podía concentrarme en comerlas. En cambio, mi atención estaba en la conversación que estábamos teniendo. Hablábamos de cosas simples, de momentos bonitos que nos hacían sonreír. Me contó sobre su infancia, sobre las travesuras que solía hacer cuando escapaba de sus responsabilidades para correr por los campos con otros chicos del pueblo.
—¿Y tú? —me preguntó en un momento—. ¿Cómo eras de niña?
Sonreí, recordando aquellos días antes de que la vida se complicara tanto. Le conté pequeñas historias sobre mis días de juegos y cómo siempre soñaba con una vida tranquila. Pero la conversación empezó a cambiar poco a poco, con Finn lanzando pequeñas indirectas que me hacían sonrojar.
—Siempre imaginé que algún día tendría una familia grande, ¿sabes? —dijo mientras me miraba de reojo—. Una casa llena de risas, con un par de niños corriendo por el jardín. Y claro, una esposa que compartiera esos momentos conmigo.
Sentí el calor subir a mis mejillas. No podía evitar pensar si estaba hablando de un futuro lejano o de uno que de alguna manera me incluía a mí. El tono de su voz, aunque casual, dejaba caer una sensación de anticipación que me hacía sentir nerviosa y emocionada al mismo tiempo.
—¿Y qué opinas tú de eso, Lissi? —continuó Finn, lanzándome una mirada cargada de significado—. ¿Te ves en una casa así, con una familia? Tal vez... unos cuantos niños correteando por ahí.
Tragué saliva, incapaz de responder con algo coherente. ¿Estaba bromeando o realmente me estaba diciendo todo aquello de manera seria? Noté cómo mi corazón latía más rápido. Las palabras "familia" y "niños" resonaban en mi mente, y no podía evitar imaginar cómo sería una vida así, junto a él.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasy"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...