El suave resplandor de la luz del sol entraba por la ventana, iluminando la habitación con una calidez agradable. Estaba de pie frente al espejo, ajustando el último pliegue de mi nuevo vestido. Era una prenda preciosa, hecha con delicadeza para la boda de Amelia, y no podía evitar sentirme emocionada por el evento de hoy. Todo estaba a punto de comenzar, y aunque mi mente estaba llena de pensamientos sobre la ceremonia, ahora tenía otra misión: preparar a Nicolás.
—Nicolás, quédate quieto por favor —dije, suavemente, mientras me inclinaba sobre él para intentar domar el revoltoso cabello que parecía tener vida propia.
Nicolás estaba sentado en una pequeña silla frente a mí, con su nuevo traje oscuro perfectamente a su medida. El atuendo lo hacía ver aún más adorable, si eso era posible. Sin embargo, la lucha por mantenerlo quieto para arreglarle el cabello era constante.
—Pero mamá, ¡pica! —se quejó, moviendo la cabeza hacia un lado.
Solté una risa suave, tratando de no perder la paciencia.
—Lo sé, cariño, pero si no te quedas quieto, no voy a poder peinarte bien. No quieres que tu tía Amelia te vea con el cabello desordenado, ¿verdad?
Nicolás frunció el ceño, cruzando los brazos.
—Pero ya se ve bien, mamá.
Me detuve un segundo para observarlo. En realidad, su cabello ya estaba prácticamente listo, pero había algo en el orgullo de su pequeño gesto que me hizo sonreír.
—Está bien, casi terminamos —dije, acomodando uno de los mechones rebeldes con cuidado.
Finalmente, logré que el peinado quedara en su lugar, al menos lo suficiente como para que se mantuviera ordenado durante la ceremonia. Me alejé un poco para admirarlo de pies a cabeza.
—Listo, estás perfecto. ¿Cómo te sientes?
Nicolás sonrió ampliamente, mostrando sus pequeños dientes.
—Como un príncipe.
Mi corazón se derritió ante su respuesta, y no pude evitar darle un suave beso en la frente.
—Eso es porque lo eres, mi amor —respondí con cariño, mientras acariciaba su mejilla.
Volví a darme un último vistazo en el espejo. Mi vestido caía con gracia, de un color marfil suave que resaltaba con los detalles florales bordados en la falda. El corpiño ajustado y la delicada seda me hacían sentir elegante, pero lo que más me emocionaba era el significado del día. Amelia, finalmente se casaría con Lord Josef, y la familia estaba emocionada por el evento.
—Finn ya debe estar esperándonos —comenté, echando un vistazo al reloj—. Será mejor que bajemos.
Nicolás asintió con entusiasmo y me dio la mano. Juntos, salimos de la habitación, preparados para lo que sería un día inolvidable.
Cuando bajamos las escaleras, Finnian estaba de pie frente al espejo del vestíbulo, luchando con su corbata, o más bien, con el moño que aún no lograba colocar bien. Me hizo gracia verlo tan concentrado en algo que generalmente no le daba muchos problemas, pero hoy, con la boda de Amelia, incluso él parecía un poco nervioso.
—¿Quieres ayuda con eso? —pregunté, sonriendo suavemente mientras me acercaba a él, Nicolás aún de mi mano.
Finnian soltó un suspiro frustrado y asintió, dejándome tomar el control. Me acerqué a él y con delicadeza deshice el desastre que había hecho con el moño, mis manos moviéndose con destreza entre la tela.
—No sé por qué siempre se me complica esto —murmuró, mirando hacia abajo con una sonrisa ladeada.
—Es solo un mal día, eso es todo —respondí, mientras ataba el lazo perfectamente—. Además, siempre te ves bien, no importa si el moño está torcido o no.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasi"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...