♡ Capítulo 40 ♡

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Me vestí rápidamente y recogí mi cabello en una trenza sencilla, alistándome para bajar a ver a mi hermano. Justo cuando iba a salir de la habitación, escuché un balbuceo suave a mi espalda. Me giré y vi a Emily moviéndose en su cuna, como si estuviera a punto de llorar.

—Shh, aquí estoy, mi amor —le susurré mientras la tomaba en brazos, acunándola suavemente para calmarla. Al parecer, ella también sentía curiosidad por la visita inesperada. Con Emily en mis brazos, comencé a bajar las escaleras, sintiendo la calidez de su cuerpecito pegado al mío.

Desde la planta baja, escuché la voz familiar de Charles, en una conversación animada con Nicolás. La curiosidad y el cariño me llenaron el pecho al escuchar a mi hermano después de tanto tiempo. Alcancé a oír cómo le hacía preguntas a Nicolás, quien respondía con la inocencia y entusiasmo que siempre lo caracterizaban.

—Entonces... —le preguntó Charles, con un tono curioso y algo reservado—, ¿ellos son tus padres biológicos?

Antes de que Nicolás respondiera, intervine desde la escalera, mi voz firme pero cariñosa.

—Nicolás, cariño, ¿por qué no vas a tu habitación por un momento? Ya subo para que me ayudes con algo.

Nicolás se volvió hacia mí, asintiendo obediente y subiendo las escaleras con rapidez. Solo cuando él se alejó, Charles me miró directamente, y pude ver en sus ojos la sorpresa al verme. Era evidente que, en todo este tiempo, había cambiado bastante, tanto en apariencia como en mi vida, y eso se reflejaba en su expresión.

—Lissi... —dijo, con una sonrisa mezcla de sorpresa y admiración—. No puedo creerlo. ¡Mírate! Y... ¿esa pequeña es tu hija?

Asentí, mientras Emily me miraba con sus ojitos curiosos y una sonrisa de bebé asomaba en su rostro. La sorpresa en Charles era palpable, y yo no pude evitar sonreír, recordando todo lo que había cambiado desde la última vez que nos vimos.

Aunque no hablábamos mucho cuando vivía en el palacio, Charles y yo siempre tuvimos un cariño especial. Había algo en nuestra relación que iba más allá de las palabras; nos entendíamos con una simple mirada, y esa complicidad seguía ahí, intacta.

—¿Te apetece un poco de té? —le ofrecí con una sonrisa, deseando aprovechar cada momento para ponernos al día.

—Claro, eso suena bien —respondió Charles, aceptando sin dudar.

Llamé a una de las sirvientas para que trajera el té, y mientras ella se encargaba de la preparación, me acomodé en el sillón frente a él, con Emily aún en brazos.

Emily empezó a mover su cabecita contra mi pecho, buscando con insistencia, y me hizo sonreír al darme cuenta de lo que necesitaba.

—Charles, ¿te molesta si le doy pecho? —le pregunté, algo incómoda, aunque él se limitó a negar con la cabeza, con una sonrisa comprensiva.

—Por supuesto que no, adelante, Lissi —respondió con total naturalidad.

Mientras acomodaba a Emily para amamantarla, la sirvienta entró en la sala con la bandeja de té. Colocó todo en la mesita frente a nosotros y, con una ligera reverencia, se retiró, dejándonos en un momento íntimo y familiar.

Charles se inclinó hacia adelante, observando a Emily con una sonrisa mientras me preguntaba:

—¿Cuándo nació? ¿Cómo ha sido todo desde entonces? —La curiosidad y el cariño en sus ojos me hicieron sentir que, a pesar de la distancia, el lazo entre nosotros seguía allí.

—Nació hace casi cinco meses —le respondí con una sonrisa tierna—. Ha sido maravilloso, aunque agotador.

Charles asintió, fascinado, y luego, mirando a Emily y a mí, me preguntó sobre Nicolás.

El corazón de una Princesa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora