Finnian Ascot
Los soldados se acercaron a mí con pasos firmes, su actitud decidida, como si ya hubieran tomado una decisión. Uno de ellos, el que parecía estar al mando, me miró directamente y dijo con voz áspera:
—Si pones resistencia, te irá peor.
Mi ceño se frunció en un intento de entender lo que estaba pasando. ¿Por qué me necesitaban a mí? ¿Qué había hecho? Giré la cabeza hacia ellos, tratando de mantener la calma en mi voz a pesar de la situación.
—¿Por qué me necesitan? ¿Qué es lo que he hecho? —pregunté, aunque mis palabras cayeron en oídos sordos.
Antes de que pudiera obtener una respuesta, sentí las manos de los soldados agarrándome con fuerza. Me sacaron de la cama con brusquedad, y a pesar de que había dormido solo con pantalones, agradecí internamente no estar completamente desnudo. No tuve tiempo de luchar, y tampoco quise alarmar más a Lissi.
Su voz, llena de miedo, me rompió el alma mientras rogaba:
—¡No, por favor! ¡No se lo lleven! ¡Finnian!
La impotencia se instaló en mi pecho mientras me arrastraban hacia la puerta, sus súplicas resonando detrás de mí. Me di la vuelta solo una vez, lo suficiente para verla, desesperada y con lágrimas en los ojos. Pero los soldados no me dieron más tiempo, y pronto me encontré fuera de la casa, sintiendo el frío aire de la mañana golpear mi piel.
Me empujaron hacia un carruaje oscuro que esperaba afuera. Me subieron sin mucha ceremonia, y fue solo cuando las puertas se cerraron tras de mí que lo vi. Ahí, sentado con una expresión impenetrable, estaba el rey.
El silencio entre nosotros era ensordecedor.
El rey me miraba con desdén, su expresión fría y calculadora. La atmósfera en el carruaje se volvió tensa, pesada, como si el aire se hubiera condensado a nuestro alrededor. No era solo un hombre enfadado; era un rey herido en su orgullo, y eso lo hacía aún más peligroso.
—Supongo que te estarás preguntando por qué te estoy llevando a otro lugar de esta manera, Finnian, —dijo, su voz baja pero cargada de autoridad.
No respondí. Me quedé en silencio, sintiendo que cada segundo que pasaba hacía que la tensión creciera. Podía percibir su frustración; mi mente divagaba hacia Lissi, preguntándome cómo se sentiría ella en este momento. ¿Estaría asustada?
—Mi hija... —prosiguió, su voz resonando en el pequeño espacio del carruaje—. Está feliz, o eso creo. Pero no sé nada de ella. Desde que se casó contigo hace unos meses, me ha mantenido en la oscuridad. Necesito saber todo sobre mi adorada hija.
Su mirada era intensa, y en ese instante comprendí que el rey no solo estaba molesto, sino que también estaba ansioso, ansioso por recuperar el control sobre su vida y la de Lissi. Esa mezcla de emociones me incomodaba. Su ira estaba hirviendo por debajo de la superficie.
No pude evitar soltar una risa seca, la ironía del momento se me escapó antes de que pudiera contenerla. El rey me fulminó con la mirada, su rostro se endureció.
—¿Qué te ha causado gracia? —preguntó, su tono cortante como un cuchillo.
La atmósfera se volvió electrizante. La risa se me atascó en la garganta, pero respondí con firmeza.
—No es tan adorada, —dije, sintiendo que mi voz temblaba ligeramente—. Ella sufrió mucho mientras estuvo en el palacio.
El rey se inclinó hacia adelante, su rostro tan cerca del mío que pude ver el fuego en sus ojos.
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El corazón de una Princesa ✔
Fantasy"El corazón de una princesa" es una historia de valentía, amor y la búsqueda de la verdadera identidad en medio de las tensiones y complejidades de la vida real. Es el viaje de una mujer que, pese a haber nacido en la realeza, descubre que el verdad...