La tarde caía en una penumbra inquietante mientras Elia y Andrei se encontraban en un rincón apartado del parque, lejos de miradas curiosas. La atmósfera estaba cargada de tensión y determinación. Habían decidido que era hora de actuar contra el político corrupto que había estado sembrando el caos en su comunidad, un hombre cuyo poder había aplastado a muchos y cuya avaricia no conocía límites.
Elia había estado preparando un meticuloso plan durante semanas, y ahora era el momento de presentarlo. Con un cuaderno en mano, comenzó a exponer sus ideas con claridad y precisión. "Podemos entrar por la puerta trasera", dijo mientras señalaba un mapa que había dibujado en su cuaderno. "He investigado el vecindario y descubrí que hay un par de puntos ciegos en las cámaras de seguridad. Si logramos entrar por ahí, podemos evitar ser detectados".
Andrei la observaba, impresionado por su astucia. "¿Y qué hacemos una vez dentro?", preguntó, su voz grave resonando en la penumbra.
"Una vez dentro", continuó Elia con firmeza, "necesitamos llegar al sótano donde se encuentra el panel de control de la alarma. Es crucial desactivarla antes de que él tenga tiempo de reaccionar". Sus ojos brillaban con determinación mientras hablaba, cada palabra impregnada de confianza.
"Pero eso no es todo", añadió Elia, girando la hoja del cuaderno para mostrarle más detalles. "He descubierto que tiene una rutina bastante predecible. Sale a caminar todas las noches a las ocho en punto. Si llegamos justo antes de eso, tendremos tiempo suficiente para ejecutar nuestro plan".
Andrei se cruzó de brazos, pensativo. "Eso suena arriesgado. ¿Y si no conseguimos desactivar la alarma a tiempo?"
Elia no dudó ni un instante. "He pensado en eso también. Mientras tú te encargas del panel, yo me ocuparé de distraerlo. Hay una ventana del sótano que da al jardín trasero; si lo logro convencer para que salga a ver qué está pasando afuera, tendrás el tiempo necesario".
"¿Y cómo piensas distraerlo?", cuestionó Andrei con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Elia sonrió con picardía. "Tengo un par de trucos bajo la manga". Se inclinó hacia adelante y susurró: "Sé que le gusta presumir su nuevo coche deportivo. Puedo hacer ruido cerca del garaje y hacerle creer que alguien está intentando robarlo".
Andrei soltó una risa baja, admirando su ingenio. "Tan chiquita y tan sabia, eso me gusta mi muñequita", dijo con tono juguetón.
Elia suspiró, ya acostumbrándose a sus coqueteos pero sin dejarse distraer por ellos. Era innegable que su mente era excepcional para su edad; había pasado horas investigando cada detalle sobre el político y sus hábitos cotidianos.
"Además", continuó Elia con seriedad, "he conseguido información sobre su seguridad personal. No suele tener guardaespaldas por la noche, pero siempre hay un par de cámaras vigilando los accesos principales". Su voz se volvió más grave mientras explicaba: "Si podemos hackear esas cámaras desde fuera, podremos ver lo que está ocurriendo dentro sin ser vistos".
Andrei se cruzó nuevamente de brazos y observó a Elia con admiración. "Eres increíble", dijo sinceramente. "No sé qué haría sin ti".
"Y tú eres mi fuerza", respondió ella con una sonrisa confiada. Sabía que juntos formaban un equipo formidable; él aportaba la fuerza bruta y ella la estrategia brillante.
"Ahora bien", prosiguió Elia mientras trazaba líneas imaginarias en el aire con sus manos, "una vez dentro del sótano y desactivada la alarma, necesitamos encontrarlo rápido. La mejor forma sería ir directamente a su oficina; ahí guarda documentos comprometedores que pueden incriminarlo aún más".
Andrei asintió lentamente mientras procesaba lo que ella decía. "Eso tiene sentido", admitió.
"Cuando lo encontremos", agregó Elia con un brillo decidido en sus ojos, "necesitamos asegurarnos de tener pruebas contundentes contra él para que no pueda escapar ni manipular la situación".
"¿Y si nos sorprende?" preguntó Andrei, sintiendo el peso del riesgo.
"Por eso es crucial que estemos sincronizados", respondió ella firmemente. "Te necesito atento a cualquier movimiento extraño mientras yo me encargaré de conseguir las pruebas".
La forma en que hablaban sobre sus roles revelaba una complicidad especial: él confiaba plenamente en ella y ella sabía cómo utilizar sus habilidades al máximo.
"Así que este es nuestro plan", concluyó Elia mientras cerraba su cuaderno con determinación. "Si seguimos cada paso al pie de la letra, tendremos éxito".
Andrei sonrió ampliamente, sintiéndose inspirado por su pasión y fervor por hacer lo correcto. "Estoy contigo en esto", dijo finalmente, decidido.
Con los detalles del plan casi listos, ambos sabían que tenían que actuar pronto; la noche caería pronto y con ella llegaría la oportunidad para cambiar las cosas para siempre.
"Recuerda", le dijo Elia antes de separarse esa noche, "la mente y el poder van muy bien juntos". Con esas palabras resonando entre ellos como un mantra compartido, se despidieron sabiendo que cada uno tenía un papel crucial en esta misión arriesgada.
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𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆
Science FictionEn un laboratorio secreto, la madre de Elia decide participar en experimentos a cambio de dinero. Al enterarse de que su hija sería robada y ellos asesinados al nacer, huyen a una cabaña. Sin embargo, son descubiertos y asesinados por los secuaces d...