Capítulo 28: Risas en la Oscuridad

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—Rápido, escondámonos —susurró Elia, su voz temblando de emoción y miedo.

Se escabulleron detrás de una mesa llena de tubos de ensayo y documentos desordenados. Las risas quedaron atrapadas en sus gargantas mientras observaban cómo la puerta se abría lentamente. Las sombras de los guardias cruzaron el umbral, iluminadas por la tenue luz que se filtraba desde el pasillo.

Andrei tomó la mano de Elia con fuerza, sintiendo cómo su corazón latía desbocado. Sabían que si los encontraban, no habría más risas ni juegos; solo un destino oscuro e incierto. Pero en ese momento de tensión, Elia recordó algo.

—¿Y si…? —murmuró con una chispa en sus ojos— ¡Y si hacemos ruido para distraerlos!

Sin pensarlo más, Andrei asintió y ambos comenzaron a hacer ruidos con los objetos a su alrededor: un frasco que se caía al suelo, una máquina que emitía pitidos extraños. Los guardias giraron la cabeza al instante, confundidos por el alboroto.

—¡Vamos! —dijo Elia tirando de Andrei hacia una salida lateral—. ¡Ahora!

Corrieron por el laberinto del laboratorio, riendo entre susurros mientras esquivaban máquinas y estanterías llenas de frascos desconocidos. La adrenalina convertía cada paso en un juego emocionante. Sin embargo, al llegar a un pasillo más largo y desierto, se dieron cuenta de que las puertas estaban cerradas con llave y las ventanas selladas herméticamente.

—Esto no va a funcionar —dijo Andrei con voz entrecortada mientras miraba a su alrededor—. Estamos atrapados aquí.

Elia frunció el ceño, pero no quería rendirse tan fácilmente. Miró a su alrededor buscando una salida, pero cada rincón del laboratorio parecía estar diseñado para mantenerlos dentro.

—No podemos quedarnos aquí —insistió ella—. Debe haber otra forma.

Mientras buscaban frenéticamente alguna opción, el sonido de pasos resonó por el pasillo. Los guardias volvían, hablando en voz baja pero con determinación. El corazón de Elia se hundió; sabían que no tendrían tiempo para encontrar una salida.

—Andrei… —susurró ella con un hilo de voz— ¿y si no podemos escapar?

La realidad comenzó a asentarse en ellos como un peso aplastante. Andrei miró a Elia, sus ojos reflejaban la misma angustia.

—No… No puede ser así —dijo él, intentando aferrarse a la esperanza—. Debemos encontrar una manera.

Pero mientras intentaban pensar en un plan, las risas y los juegos comenzaron a desvanecerse en sus recuerdos. El laboratorio era un laberinto sin salida y las paredes parecían cerrarse sobre ellos.

De repente, un guardia apareció al final del pasillo. Sus ojos se encontraron con los de Elia y Andrei antes de que tuvieran tiempo para reaccionar.

—¡Deténganse! —gritó el guardia.

El corazón les latía con fuerza mientras se daban cuenta de que no había escapatoria posible. Se miraron el uno al otro, compartiendo una mezcla de miedo y resignación.

—Lo siento… —murmuró Andrei mientras sentía que la esperanza se desvanecía.

Elia tragó saliva; sabía que lo habían intentado todo. En ese momento comprendieron que su lucha por escapar había sido en vano. No habría risas ni juegos; solo enfrentar lo que vendría juntos.

Mientras los guardias se acercaban rápidamente, Elia tomó la mano de Andrei con firmeza.

—Si tenemos que quedarnos aquí —dijo ella con valentía— lo haremos juntos.

Andrei sonrió débilmente ante esas palabras; siempre había admirado la determinación de Elia. En medio del caos y la desesperación, había algo reconfortante en saber que no estaba sola. Recordó la vez que habían compartido secretos bajo las estrellas o habían soñado sobre un futuro lleno de aventuras lejos de allí.

El tiempo parecía detenerse mientras esperaban lo inevitable. Las memorias comenzaron a fluir entre ellos como un río tranquilo: la tarde pasada explorando la ciudad sus risas resonando entre los callejones.

El guardia se acercaba cada vez más, pero antes de ser atrapados por su destino oscuro, Elia apretó más fuerte la mano de Andrei.

Justo cuando el guardia llegó hasta ellos, Elia levantó la cabeza con una mezcla de desafío y esperanza en su mirada.

—Si tenemos que quedarnos aquí por siempre —añadió ella— entonces haremos todo lo posible para sobrevivir.

Ambos tomaron aire profundo y se prepararon para enfrentar lo inevitable sabiendo que aunque no podían escapar físicamente del laboratorio, siempre tendrían su conexión inquebrantable como refugio en medio de la oscuridad.

El guardia exclamo "Ya es hora pequeños, su veredicto final llegó"









Mientras tanto, en el otro sector del laboratorio, se encontraba un niño de 8 años tambien, este estaba en una celda, su cuerpo estaba cubierto por un chaleco anti fuerzas, solo estaba la luz de la luna alumbrando su celda, el niño habia sido castigado por haber cometido una gran falta, habia matado a un personal del laboratorio, el niño escucjo unos paso acercandose a su celda, rapidamente alzo la cabeza -Liam, tu  veredicto sera atrasado, hoy se ah presentado otro caso- dijo firmemente otro personal del laboratorio.

Despues de un rato Liam seguia pensando que habria pasado para que atrasaran su catisgo.

Liam estaba sumido en sus pensamiento pero voces de celdas vecinas lo sacaron de sus pemsamiento -wow! Que pena por ellos, al menos lo intentaron- dijo la voz de una niña -si, aunque mw asombra eso viniendo de Elia, al parecer habia superado las expectativas de Caleb- dijo la voz de un niño.

Liam se sentia intrigado ¿Elia? Quien era esa niña ¿acaso por ella habian atrasado su sentencia?

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𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora