Capítulo 35: La Última Oportunidad

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Solo faltaban dos días para la evaluación del laboratorio, y la presión pesaba sobre los hombros de Elia como una losa. La sombra de la tortura, si no cumplía con las expectativas, era un recordatorio constante de que el fracaso no era una opción. Había practicado intensamente, pero aún no se sentía completamente segura de sus habilidades. Sin embargo, sabía que había mejorado significativamente en las últimas semanas. Hoy era el día en que necesitaba llevar su entrenamiento al siguiente nivel.

Con determinación ardiente, decidió que esta vez no llamaría a solo dos compañeros para que la ayudaran. Necesitaba un equipo más grande, así que se acercó a la celda de cada uno de sus 20 compañeros, pidiendo su apoyo. A medida que recorría el pasillo, notó miradas de respeto y admiración. Cada uno de ellos había sido testigo de su evolución y estaban dispuestos a ayudarla en su momento de necesidad.

Al llegar a la enorme sala del laboratorio, un espacio vasto y desolado con paredes revestidas de metal gris y luces brillantes que iluminaban cada rincón, Elia sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. Era el lugar donde había enfrentado sus miedos y había aprendido a canalizar su energía. Esta vez, sin embargo, era diferente; quería demostrar lo lejos que había llegado.

"Hoy vamos a hacer algo diferente", dijo con una sonrisa nerviosa pero decidida mientras se dirigía a sus compañeros. "Quiero que intenten impedir que agarre la bandera roja que está en la otra esquina del campo. Estoy lista para poner a prueba mis habilidades en combate."

Los murmullos entre los compañeros se detuvieron rápidamente cuando dio la señal. En un instante, los 20 se abalanzaron contra ella como una ola imparable. Algunos le lanzaron patadas rápidas y precisas, otros puños contundentes; unos más intentaron confundirla con movimientos rápidos y sorpresivos. Pero Elia estaba preparada para este desafío.

Con cada ataque que recibía, Elia se movía con agilidad felina. Sus reflejos habían mejorado enormemente; podía anticipar los movimientos de sus oponentes y así esquivar los golpes con gracia. Con cada patada que lograba esquivar, sentía cómo la adrenalina corría por sus venas, alimentando su determinación.

En medio del combate cuerpo a cuerpo, centró su energía en sus habilidades telequinéticas. Había estado practicando no solo para mover objetos, sino también para desviar ataques e incluso controlar el entorno a su alrededor. Con cada golpe detenido por sus manos entrenadas, demostraba un control impresionante en medio del caos; era como si estuviese bailando en un escenario donde los demás eran meros actores.

La batalla se prolongó más de lo esperado; era un combate feroz entre 20 contra 1. A pesar de su entrenamiento riguroso y su creciente confianza, comenzó a sentir el cansancio acumulándose en sus músculos. Las gotas de sudor corrían por su frente mientras respiraba pesadamente; cada vez le costaba más mantener el ritmo.

En ese momento crítico, una idea brillante cruzó su mente: ¿por qué no usar su telequinesis para resolver la situación más rápido? Sabía que debía mostrarles no solo su destreza física, sino también el dominio total sobre sus habilidades.

Centrando toda su energía en su mente y cuerpo, miró a todos sus compañeros que se dirigían hacia ella con toda la intención de seguir atacándola. Con un movimiento rápido y decidido, puso su mente en blanco y… ¡PAM! En un instante, las 20 personas quedaron inmóviles, flotando en el aire como si fueran marionetas sin hilos.

Elia sintió una oleada de poder recorrerla mientras mantenía a todos suspendidos frente a ella. La sensación era electrizante; era como si finalmente hubiera encontrado el equilibrio perfecto entre sus habilidades físicas y mentales. Con calma y confianza renovada, comenzó a caminar hacia la bandera roja sin prisa alguna.

A medida que avanzaba hacia la bandera, observó las reacciones de sus compañeros atrapados en el aire: algunos mostraban asombro en sus rostros, otros incredulidad al darse cuenta del nivel al que había llegado Elia. Sus corazones latían desbocados al ver cómo controlaba la situación con tal maestría.

Finalmente llegó hasta la bandera y la agarró con una sonrisa triunfante; era un símbolo no solo de victoria personal sino también del arduo trabajo realizado hasta ese momento. Al instante después, hizo caer suavemente a sus compañeros al suelo uno por uno. Todos se quedaron boquiabiertos por el impresionante despliegue de poder que acababan de presenciar.

Elia se volvió hacia ellos y con gratitud dijo: "Gracias por ayudarme hoy. No podría haberlo hecho sin ustedes." Sus palabras resonaron en el aire mientras la tensión del entrenamiento se disipaba lentamente.

El respeto hacia ella creció aún más entre sus compañeros; sabían que estaban presenciando el nacimiento de una verdadera fuerza en el laboratorio. Habían visto cómo Elia había pasado de ser una simple aprendiz a convertirse en alguien formidable tanto en combate físico como telequinético.

Con renovada energía y determinación brillando en sus ojos, Elia aspiraba profundamente mientras se preparaba para lo que vendría en dos días: su evaluación final. Estaba lista para demostrarles a todos no solo lo que había aprendido sino también quién era realmente: una guerrera dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se presentara ante ella.

𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora