Capítulo 23: El Plan en Marcha

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La noche había caído sobre la ciudad, y el aire estaba impregnado de una tensión palpable. Elia y Andrei estaban listos; todo lo que habían planeado el día anterior estaba a punto de convertirse en realidad. Con su ingenio y habilidades, habían logrado burlar la seguridad del político corrupto que tanto daño había causado.

Elia, con su destreza en la tecnología, había hackeado las cámaras de seguridad de la casa. Mientras tanto, Andrei se preparaba para entrar. Con un gesto de complicidad, ambos sabían que este era el momento crucial. Andrei cruzó el umbral de la puerta y se deslizó dentro de la casa, mientras Elia esperaba afuera, lista para hacer su parte.

Con un movimiento elegante, Elia levantó una roca de 25 kilos utilizando su telequinesis y la lanzó directamente al auto del político. El estruendo resonó en la noche y, como era de esperar, el político salió disparado de su casa, asustado por el ruido. Elia rápidamente adoptó una expresión inocente, como si fuera una niña buena atrapada en una situación peligrosa.

-¡Señor! -exclamó con voz temblorosa-. Un ratero intentó robar su hermoso auto...

El político, aún aturdido por el escándalo, corrió hacia su vehículo para comprobar el daño. En ese momento, Andrei ya se encontraba en el sótano de la casa, frente a una puerta de metal que parecía impenetrable. Con determinación, empujó hacia adelante con todas sus fuerzas y logró romperla.

Mientras tanto, Elia se las había arreglado para que el político la llevara dentro de su casa. Era su oportunidad dorada. Con un tono persuasivo, le describió a un ladrón genérico que podría haber sido cualquiera; cada palabra era un paso más cerca de su objetivo.

-¿Podría darme un poco de agua? -preguntó Elia con una voz suave y temblorosa-. Necesito seguir hablando...

El político frunció el ceño pero accedió a su petición, caminando hacia la cocina con desgano. Esa fue la señal perfecta para que Elia se deslizara hacia el sótano. Cuando llegó allí, vio a Andrei luchando con varios cables.

-¡Es el rojo! -gritó Elia.

Andrei se sobresaltó al escucharla pero rápidamente reconoció su voz.

-Hola, muñequita -respondió con una sonrisa mientras cortaba el cable rojo.

Justo cuando pensaban que todo iba según lo planeado, un estruendo resonó por encima de ellos. Una barrera de acero se cerró repentinamente desde el techo, atrapándolos en el sótano. Se miraron aterrados; habían sido descubiertos. El político había activado el botón de seguridad al no encontrar a la niña en su sala.

-¿Ahora qué vamos a hacer? -preguntó Andrei con preocupación.

Elia respiró hondo; sabía que debían actuar rápido.

-Hay que encontrar otra salida -dijo decidida-. Si logramos desactivar este sistema desde adentro, tal vez podamos salir antes de que llame a la policía.

Andrei asintió con determinación y comenzaron a buscar cualquier indicio que pudiera ayudarles a escapar. Miraron alrededor del sótano; las paredes estaban frías y húmedas, y había herramientas esparcidas por todas partes.

Elia se acercó a una mesa donde había un viejo destornillador y algunas piezas eléctricas.

-Mira esto -dijo mientras recogía las herramientas-. Tal vez podamos usar estas cosas para abrir otra salida o incluso desactivar esa barrera.

Andrei se concentró en los cables expuestos cerca de la puerta bloqueada.

-Si encontramos cómo cortar la energía del sistema... -murmuró mientras examinaba los colores de los cables restantes- podría ser nuestra única oportunidad.

Mientras trabajaban juntos en silencio, escucharon los pasos pesados del político acercándose al sótano; sabían que cada segundo contaba y debían ser más astutos que nunca si querían salir ilesos de esta trampa mortal.

El corazón les latía con fuerza cuando Elia dijo:

-Escucha... tal vez si hacemos ruido en otra parte del sótano podríamos distraerlo un momento.

Andrei asintió y comenzó a golpear suavemente una tubería metálica con el destornillador mientras Elia buscaba más formas de hacer ruido. En cuestión de segundos, lograron crear un sonido sordo que resonaba como si algo estuviera cayendo en algún rincón oscuro del sótano.

El político se detuvo al borde de las escaleras.

-¿Hay alguien ahí? -gritó desesperadamente.

El tiempo parecía detenerse mientras esperaban a ver cómo reaccionaría.

-¡Vamos! -susurró Andrei- Aprovechemos esto.

Con rapidez pero sin hacer ruido, comenzaron a trabajar nuevamente en los cables expuestos mientras escuchaban cómo el político bajaba lentamente las escaleras hacia ellos. Cada paso resonaba más fuerte que el anterior; sabían que tenían que terminar antes de ser descubiertos.

Finalmente, Andrei encontró un cable negro entrelazado con otros dos: uno azul y uno amarillo.

-Si corto este... -dijo casi para sí mismo- podría interrumpir toda la corriente del sistema.

Con manos temblorosas pero decididas, cortó el cable negro justo cuando escucharon cómo se abría la puerta del sótano. La luz brilló intensamente desde arriba mientras el político entraba con expresión furiosa pero también confundida al verlos allí trabajando frenéticamente.

Sin embargo, antes de que pudiera gritar o reaccionar adecuadamente, toda la iluminación parpadeó y luego se apagó completamente; los sistemas eléctricos fallaron gracias al trabajo en equipo entre Elia y Andrei. En medio de la oscuridad repentina, ambos sintieron una ola renovada de esperanza; era ahora o nunca.

𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora