Capítulo 41: El Rescate

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Elia ya estaba en el territorio enemigo, mientras pensaba en el niño que debía rescatar. La idea de llevarlo al laboratorio la llenaba de angustia, pero sabía que no tenía otra opción. El laboratorio le había dado instrucciones precisas y no podía desobedecer.

Con determinación, Elia se preparó. Sabía que su habilidad para escabullirse era su mayor ventaja. Cuando llegó el momento, utilizó su telequinesis para desactivar las cámaras de seguridad mientras se movía con agilidad por los pasillos. Cada paso era un desafío, pero sus sentidos estaban agudizados; podía escuchar el más mínimo ruido y anticipar cualquier movimiento.

Finalmente, llegó a la entrada de la organización. Las mujeres que custodiaban el lugar estaban demasiado concentradas en sus actividades para notar su presencia. Con una mezcla de calma y tensión, Elia se acercó a la puerta y tocó educadamente. Una mujer de unos cincuenta años abrió la puerta, y antes de que pudiera reaccionar o gritar, Elia sacó un cuchillo afilado y la atacó con precisión mortal.

El corazón le latía con fuerza mientras cruzaba el umbral. Los pasillos eran oscuros y silenciosos, pero pronto se encontró frente a una gran sala iluminada por velas parpadeantes. Allí, más de sesenta mujeres estaban reunidas, realizando un ritual extraño que parecía estar cargado de energía oscura. Cuando notaron su presencia, el ambiente cambió drásticamente; el murmullo cesó y todas las miradas se centraron en ella.

Sin dudarlo, Elia sintió cómo la ira comenzaba a burbujear dentro de ella. Sus ojos se tornaron rojos brillantes mientras se preparaba para enfrentar lo inevitable. Sabía que debía actuar rápido; no podía dejar que estas mujeres la detuvieran ni mucho menos que interrumpieran su misión.

Con un movimiento rápido de su mano, utilizó su telequinesis para lanzar objetos del altar hacia las mujeres más cercanas, aprovechando la confusión inicial. Esto les dio tiempo para reaccionar y comenzar a atacarla en grupos. Pero Elia no era una víctima fácil; con cada golpe que recibía o daba, utilizaba su hipnosis para desorientar a algunas de ellas, creando brechas en sus filas.

La sala se convirtió en un caos: gritos y forcejeos resonaban mientras Elia luchaba con todo lo que tenía. Se movía con agilidad entre sus oponentes, utilizando su entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo junto con sus poderes sobrenaturales. Las mujeres caían al suelo una tras otra; algunas perdían la voluntad de luchar ante su mirada penetrante.

El sudor corría por su frente mientras continuaba peleando sin descanso. Su poder telequinético le permitía desarmar a varias adversarias antes de que pudieran acercarse demasiado; empujaba a unas contra otras como si fueran muñecas de trapo. A medida que avanzaba en medio del tumulto, podía sentir cómo su energía aumentaba con cada victoria.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Elia se encontró rodeada por las últimas mujeres restantes. La sala estaba llena de cuerpos caídos y el aire estaba cargado de tensión. Con un último esfuerzo, concentró toda su energía y lanzó una ola telequinética que las derribó a todas simultáneamente.

Cuando todo quedó en silencio, Elia respiró hondo y miró alrededor. Había ganado la batalla, pero sabía que aún quedaba mucho por hacer.


















-Liam es hora de comer- dijo un guardia con indiferencia mirando el cuerpo tirado de Liam en su celda. No habia sido un buen dia para el muchacho, este tuvo que pasar por pruebas dificiles para mejorar su poder, en este momento estaba tirado en el suelo mientras intentaba sobrevivir. Liam presentaba heridas profundas en todo su cuerpo, esta perdiendo mucha sangre y su regeneración era lenta.

El guardia se molestó al no recibir respuestas de Liam -¡oye tú! ¡no estare todo el tiempo aqui!- dijo molestó por la poca atención que recibia, aun asi Liam no solto ningun monosilabo, solo estaba ahí tirado en el suelo mientras se retorcia por el dolor.

Ya molesto, el guardia tira la bandeja de comida al suelo -¡ya me hartaste mocoso! ¡llevo mucho tiempo acá llamandote!- estaba enojado, entonces abrió la celda. Liam al ver esto intento arrastrarse para escapar, pero sus heridas abiertas rozaban por el aspero suelo y esto le ardia demasiado.

El guardia se acercó a Liam y se arrodillo frente a él mientras lo miraba con una sonrisa maniatica, rapidamente, sin que Liam pudiera reaccionar, toco su brazo y Liam rapidamente lo apartó, pero la acción ya estaba hecha.

Liam sintió un ardor recorrer todo su cuerpo, él  gritaba desesperadamente, sus gritos se oian hasta el final del pasillo, se quedaba sin respiración, su vista se nublaba y su piel quemaba ¿enserio tanto les gustaba verlo sufrir? Pensó Liam mientras perdia la consiencia.

𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora