El viento soplaba suave, acariciando el rostro de Elia mientras caminaban. El paisaje que antes solo había sido un recuerdo lejano ahora se desplegaba ante ellos en toda su magnificencia: árboles altos y frondosos, un cielo azul radiante y flores de colores vibrantes que danzaban con la brisa. Pero la advertencia del profesor resonaba en su mente como un eco: "Si intentan escapar, sus cabezas volarán".
Andrei, a su lado, parecía disfrutar de cada momento. Su sonrisa era contagiosa y sus ojos brillaban con una emoción que Elia no podía entender. "Mira eso", dijo él, señalando un grupo de pájaros que surcaban el cielo. "¡Qué libertad! ¿No te gustaría ser uno de ellos?".
Elia desvió la mirada hacia el suelo, tratando de ignorar la sensación de angustia que le provocaba el pensamiento de escapar. "No podemos pensar en eso", murmuró, recordándose a sí misma que su vida dependía de cumplir con la misión que el profesor les había asignado.
"¿Por qué no?", replicó Andrei, con una chispa traviesa en sus ojos. "Podríamos ser felices. Tú y yo juntos..." Su tono coqueto hizo que Elia frunciera el ceño. ¿Cómo podía hablar así? Apenas se conocían y ya soñaba con una vida juntos.
"¡Eso no es gracioso!", exclamó ella, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear dentro de ella. Andrei solo rió, como si su enfado fuera parte del juego.
Mientras continuaban su camino, Elia se dio cuenta de que Andrei tenía una fuerza sobrehumana. Cada vez que cruzaban obstáculos -un tronco caído o un pequeño arroyo- él la ayudaba sin esfuerzo. A pesar de su actitud despreocupada, había algo inquietante en él. Su fuerza parecía desproporcionada para un niño de su edad.
Finalmente, llegaron a un claro donde los grupos se reunieron para recibir las instrucciones finales del profesor. La atmósfera era tensa; todos sabían lo que se esperaba de ellos. Elia miró a su alrededor y vio rostros serios y preocupados. La belleza del mundo exterior era abrumadora, pero el miedo a lo que podrían perder lo eclipsaba todo.
El profesor apareció, su figura oscura recortada contra la luz del sol. Con voz fría y calculadora explicó las tareas específicas para cada grupo. Al llegar al turno de Elia y Andrei, él sonrió maliciosamente antes de anunciar su misión: "Ustedes deben eliminar a un político corrupto. No solo por la causa, sino para demostrar lo que han aprendido".
El corazón de Elia se detuvo por un momento al escuchar esas palabras. No solo debían cumplir con una misión mortal, sino que también tenían que lidiar con la moralidad detrás de ella. ¿Cómo podían hacer algo así? Pero el peso del miedo a las consecuencias si no cumplían era más grande.
Andrei pareció emocionado por la tarea; sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y diversión. "Esto va a ser emocionante", dijo mientras chocaba sus puños en señal de complicidad.
Elia sintió un nudo en el estómago al pensar en lo que se esperaba de ellos. No podía permitir que esta locura continuara así; sabía que debía mantenerse firme frente a Andrei y los demás. La idea de hacer daño a alguien le resultaba repulsiva, pero también comprendía que no podía mostrar debilidad.
Mientras el grupo comenzaba a dispersarse para trazar sus planes, Elia tomó una decisión: no dejaría que Andrei o cualquier otro controlaran su destino ni su moralidad. Tenía que encontrar una forma de salir adelante sin perderse a sí misma ni permitir que la locura la arrastrara.
Al mirar hacia el horizonte, sintió una mezcla extraña entre determinación y resignación. Aunque sabía lo difícil que sería enfrentarse al plan del profesor y al deseo desenfrenado de Andrei por demostrar su valía, decidió concentrarse en lo que realmente importaba: encontrar una manera de cumplir con la misión sin traicionar sus propios principios.
Con cada paso hacia el objetivo establecido por el profesor, Elia se comprometió a mantener su humanidad intacta. En lugar de pensar en escapar físicamente del lugar o del grupo, comenzó a idear maneras más creativas y éticas para desbaratar los planes corruptos del político sin recurrir a la violencia.
Así, en medio del esplendor del mundo exterior y la sombra del terror bajo el control del profesor, Elia comenzó a trazar un plan en su mente; uno donde no solo sobreviviría, sino donde podría actuar desde sus convicciones sin perderse a sí misma ni convertirse en alguien que despreciara lo que siempre había defendido: la justicia y la dignidad humana.

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𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆
Ciencia FicciónEn un laboratorio secreto, la madre de Elia decide participar en experimentos a cambio de dinero. Al enterarse de que su hija sería robada y ellos asesinados al nacer, huyen a una cabaña. Sin embargo, son descubiertos y asesinados por los secuaces d...