Capítulo 21: El Encanto de la Ciudad

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Elia y Andrei finalmente llegaron a la ciudad, un lugar que parecía sacado de un sueño. Las luces brillantes de las pantallas enormes danzaban en sus ojos, proyectando colores vibrantes que iluminaban las calles llenas de gente. El ruido constante del tráfico y las conversaciones animadas creaban una sinfonía que era completamente nueva para ellos. Elia estaba cautivada; todo lo que había conocido antes era un mundo sombrío y silencioso, lleno de sombras y frialdad en el laboratorio.

Mientras caminaban, Elia miraba hacia arriba, maravillándose con los rascacielos que parecían tocar el cielo. "¿Puedes creer lo grande que es todo esto?", exclamó, con una sonrisa radiante en su rostro. Andrei, aunque también impresionado, se mantenía más reservado. Había algo en su mirada que decía que él sabía que no todo en la ciudad era tan hermoso como parecía.

De repente, mientras cruzaba una calle sin prestar atención a su alrededor, un carro se acercó rápidamente. Elia estaba tan absorta en sus pensamientos y su asombro que no notó el peligro inminente. En un instante crítico, Andrei la jaló del brazo con fuerza y la atrajo hacia él justo a tiempo. "¡Cuidado!", gritó con voz firme.

Al recuperarse del susto, Elia lo miró con los ojos muy abiertos. "¿Qué te pasa? ¡Casi me atropellan!", protestó, aún sintiendo el pulso acelerado por la adrenalina.

Andrei sonrió de manera coqueta y le dijo: "Bueno, no podría soportar perder a alguien tan impresionante como tú". Su tono ligero contrastaba con la seriedad de lo ocurrido, haciendo que Elia se sintiera confundida entre el alivio y la frustración.

Elia frunció el ceño ante su comentario. "¿Cómo puedes pensar en eso? ¡Eres tan inmaduro!", le respondió con indignación. "¿Qué tipo de niño pone su vida en riesgo por un cumplido?" Se sintió irritada por su forma de tomar las cosas tan a la ligera.

Andrei se encogió de hombros y continuó caminando junto a ella. "Tal vez porque todos nosotros somos más maduros de lo que parece", dijo con un tono reflexivo. "Nos criaron en un lugar donde lo normal no es lo mismo para otros niños de nuestra edad. No es común tener que matar o manipular a otros".

Elia se detuvo por un momento, considerando sus palabras. Tenía razón; aunque parecían niños normales a simple vista, llevaban una carga emocional y experiencias que pocos podrían comprender. "Es cierto", admitió finalmente. "Cualquiera que nos viera pensaría que somos solo dos niños más en esta ciudad llena de vida".

Con una sonrisa traviesa, Andrei agregó: "Pero al menos somos dos niños muy guapos". Miró a Elia con complicidad, esperando una reacción.

Elia lo miró con desdén y respondió: "No te creas tanto. Eres solo un niño más". Su tono era serio, pero había un destello divertido en sus ojos.

"Eso duele", bromeó Andrei mientras se llevaba una mano al corazón como si hubiera recibido un golpe mortal. "Pero puedo soportarlo si eso significa estar cerca de ti".

Elia sacudió la cabeza riendo levemente antes de continuar su camino. "No tienes remedio", dijo mientras aceleraba el paso.

Andrei decidió seguirla mientras le lanzaba miradas coquetas por encima del hombro. "Sabes", comenzó mientras caminaban juntos entre la multitud, "podría protegerte siempre si me dejaras ser tu caballero".

Elia se detuvo nuevamente y giró para encararlo. "¿Y qué harías cuando me necesites? ¿Te pondrías a hacer chistes malos?" Su expresión era seria pero sus labios temblaban al contener una sonrisa.

"Los chistes son mi mejor arma", respondió él con picardía. "Además, tengo otros talentos ocultos".

"Tal vez deberías guardarlos para alguien más", replicó Elia rápidamente antes de seguir caminando sin mirar atrás.

A pesar del coqueteo constante de Andrei, Elia se mantenía firme en su rechazo.

Mientras se adentraban más en la ciudad, Elia sintió una mezcla de emoción y nerviosismo burbujear dentro de ella. Era un mundo nuevo lleno de posibilidades pero también lleno de riesgos desconocidos. Sin embargo, sabía que estaban atrapados en este nuevo entorno; el pasado oscuro del laboratorio seguía acechándolos como sombras invisibles.

"No debemos quedarnos aquí demasiado tiempo", sugirió Elia después de un momento pensativa. "Necesitamos encontrar una forma de salir". Su mirada era firme; sabía que tenían un objetivo claro y no podían distraerse.

Andrei simplemente sonrió ante su determinación. "Tienes razón", respondió mientras ajustaba su chaqueta. "Vamos a hacerlo". A pesar del peligro y la incertidumbre que les esperaba, había algo reconfortante en estar juntos en esta nueva aventura.

Sin embargo, mientras avanzaban por las calles iluminadas por neón y llenas de vida, ambos eran conscientes de que sus pasados oscuros los seguían como sombras persistentes; no podían dejar atrás esas memorias fácilmente ni escapar del peso emocional que llevaban consigo.

Con cada paso hacia adelante, sabían que estaban atrapados en un ciclo del cual no podían liberarse tan fácilmente.

𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora