Capítulo 48: Vínculos en la Oscuridad

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Elia le estaba enseñando a Zarek los lugares donde tenían permitido ir en el laboratorio. Era un recorrido que había hecho muchas veces, pero esta vez era diferente; estaba acompañada de alguien que necesitaba su apoyo. Mientras caminaban por los pasillos fríos y desolados, la ansiedad de Zarek era palpable.

-Y aquí tenemos otra sala de entrenamiento -dijo Elia, señalando una habitación amplia con colchonetas y equipamiento variado. La luz fría del laboratorio iluminaba el espacio, pero no podía borrar la sensación de opresión que siempre lo acompañaba.

Se detuvieron un momento, y Elia se dio cuenta de que había algo importante que debía comunicarle a Zarek.

-Y si por algún motivo un hombre llamado Caleb se acerca hacia ti, no te pongas rudo -le advirtió con seriedad-. Él es el jefe de este lugar, un hombre detestable.

Zarek frunció el ceño, sus ojos heterocromáticos llenos de confusión y temor.

-¿Él es el motivo por el que estás aquí? -preguntó, su voz temblando ligeramente.

Elia sintió un nudo en su garganta. No quería hablar sobre Caleb ni sobre las razones por las cuales Zarek había terminado en ese lugar. En su interior, las palabras de Zarek resonaban con una verdad dolorosa, pero prefirió guiarlo hacia unas colchonetas donde podrían sentarse y hablar sin presiones externas.

-Elia... yo no soy bueno en nada -dijo Zarek, bajando la mirada hacia el suelo. Había una tristeza profunda en su voz que desgarró a Elia-. Antes, en la organización de mujeres, me explotaban a más no poder para que tuviera poderes y nada funcionó. ¿Crees que me matarán por eso?

Una lágrima amenazaba con salir de sus ojos heterocromáticos. Al verlo así, Elia sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Sin pensarlo dos veces, lo abrazó con fuerza, como si pudiera transferirle toda su fortaleza.

-No digas eso -le susurró al oído-. Si las pruebas que te hagan aquí no salen como quisieran, debes demostrar que eres valioso en otras áreas. Tal vez en el combate cuerpo a cuerpo o en el uso de armas.

Zarek se quedó en silencio durante un momento, asimilando sus palabras. Se sentía perdido y vulnerable; nunca había experimentado una conexión tan intensa con alguien antes de conocer a Elia. Ella era su ancla en este mar de incertidumbre y dolor.

-A veces siento que todo lo que me han hecho ha dejado marcas profundas -confesó Zarek mientras se separaba ligeramente del abrazo para mirarla a los ojos-. Pero tú... tú me haces sentir diferente.

Elia sonrió suavemente, sintiendo cómo la calidez comenzaba a llenar el vacío frío del laboratorio.

-Eres más fuerte de lo que piensas -dijo Elia con firmeza-. No te defines por lo que otros han hecho contigo. Tienes un potencial increíble dentro de ti; solo tienes que aprender a confiar en él.

Justo cuando la conversación parecía estar tomando un rumbo esperanzador, una voz resonó a través de los altavoces del laboratorio:

-Elia, Zarek, reúnanse en la habitación 4.

Ambos se miraron, sabiendo que era hora de despedirse momentáneamente. Elia sintió un nudo en el estómago; la incertidumbre era abrumadora.

-Recuerda lo que hablamos -le dijo Elia mientras se levantaban-. No importa lo que pase allí dentro; siempre estaré aquí para ti.

Zarek asintió lentamente; aunque la duda seguía presente en su mirada, las palabras de Elia resonaban como un faro en medio de la tormenta.

Mientras caminaban hacia la habitación 4, Elia no podía evitar pensar en lo frágil que era su situación y cuán importante era proteger esa conexión especial entre ellos.

Al llegar a la puerta de la habitación 4, Elia tomó una profunda respiración y miró a Zarek una vez más.

-Cualquiera sea la prueba que te hagan -dijo con determinación- recuerda: ¡tú eres más fuerte! Y siempre estaré aquí para apoyarte.

Zarek le devolvió una sonrisa tímida pero sincera antes de entrar juntos a la habitación oscura e incierta. Una sensación extraña invadía el aire; tanto miedo como esperanza coexistían entre ellos.

Dentro de esa sala esperaban desafíos desconocidos, pero sabían que podían enfrentarlos juntos. A medida que cruzaban el umbral hacia lo desconocido, Elia tomó la mano de Zarek en un gesto silencioso de apoyo y unidad. Para Zarek Elia se habia comvertido en su familia. La veia como una figura materna que nunca tuvo.

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𝕻𝖗𝖊𝖌𝖚𝖓𝖙𝖆𝖑𝖊 𝖆 𝖑𝖆 𝖑𝖚𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora