Canción a una dulce estrella.

207 31 5
                                    



Alastor sonríe con cariño y una mirada dolorosa, su cuerpo se siente entumecido preguntándose por cuánto tiempo a estado su amado aquí, Ivan merodea a su alrededor cariñosamente como si nada estuviera mal, como si su amado no estuviera en el centro del caos, como si Alastor no fuera capaz de liberarlo y desatar la destrucción del mundo. 

A cambio de llevarlo al origen de todo Ivan ofreció el trato de no poder liberarlo, incluso si Alastor lo anhela no podrá aliviar las dolorosas ataduras que sujetan a ambas terribles entidades. 

— Cariño, no me liberes o yo también me quedaré loco. — Ivan lo mira divertido y amable, tan amable como él siempre ha sido. 

— ¿Cómo puedes estar tan loco si estás aquí? — La pregunta es válida, Ivan no quiere responder pero aún lo hace. 

— Rompí mi cuerpo, dividí mi alma, separé mi conciencia y muchas cosas más, aquí solo soy un fragmento de mi mismo, estoy aquí pero también ahí. — Ivan señala su cuerpo aprisionado que sujeta cadenas mientras duerme. 

— ¿Por qué hacer esto entonces? — Alastor cuestiona. — ¿Estarás encerrado eternamente ahora? 

— Ese es un pensamiento muy ingenuo querido. — Alastor quiere golpearlo pero no puede de todos modos. — No te enojes, no buscó librar el mal del mundo aunque eso parezca. Para que exista un equilibrio, entidades como el caos son necesarias, pero nuestro mundo estaba tan dañado que era ya inestable, hice esto para darle la esperanza de un nuevo comienzo al mundo. 

— Si eso es lo que querías… ¿Por qué dejarme? — Ivan lo miró con tristeza. 

— No quería que sufrieras…

— Pero-

— Alastor me tomó miles y si no es que millones de años cazar al caos de nuestro mundo mientras protegía a todas las almas. Un ser tan escurridizo y enfermamente perverso. Viajó por mundos y destruyó más de lo que me gustaría admitir. Así que tuve que encerrarlo, no había forma de matarlo más que contenerlo, no era un alma como tal así que no había nada que destruir, fue entonces cuando…

— Decidiste usar tu cuerpo como un recipiente. — Ivan sonrió triste, él nunca quiso perder su cuerpo pero era mejor así. 

— Si le daba un cuerpo, un alma, una mente entonces sería tan mortal como cualquier ser vivo. — Alastor sollozo está vez comprendiendo todo lo que Ivan sacrifico. — Pero este mundo ya no era ideal para las almas que cuidaba y entonces cree otro mundo para ustedes, uno mejor… Fue difícil y me llevó otros millones de años tan siquiera iniciar. Quería que su mundo se sostuviera solo, que fuera fuerte y eso llevó más tiempo. ¿Lo entiendes? No quería que te condenarás por mi, eso no es algo que quería para ti amor. 

— Ivan… sabes que te amo… no me dejes. — Ivan lo miró con cariño, anhelaba tanto abrazarlo, besarlo y en realidad no podía, no debía. 

— Amor, es importante… estoy tan cansado. — Alastor solloza y niega. 

— Si es la única opción quiero desaparecer contigo, no quiero vivir en un mundo donde no estas. — Ivan lo miró llorar, porque no había nada que pudiera hacer.

Pero aprovecharon el tiempo, para hablar y contar, Ivan habla sobre sus viajes a través de mundos, maravillas que ha visto y que es capaz de mostrarle a Alastor. Hubiera sido mejor si hubiera podido verlo con Alastor en primer lugar pero estaba ocupado limpiando al mundo del caos mismo que contaminó todo y que por su culpa se creó. 

El Hijo del Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora