Control

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Alastor estaba confundido, según lo que percibe de los recuerdos de Bazil, este parece ser el momento donde la oscuridad se acercó a él, tenía muchas dudas sobre este ser que a pesar de brindar este consuelo también era perturbadoramente inquietante. 

Bazil permaneció encerrado en este lugar, el hombre abusó de Bazil y el menor solo lo soporta de la mejor manera posible, pero es claro que el niño no podrá lidiar con eso mucho tiempo. 

— Duele. — Dice Bazil y la oscuridad suelta una suave melodía. 

Alastor no comprende que más es lo que tiene que ver aquí pero sus dudas son calladas. 

Alastor abrió los ojos sorprendido, la sombra cambió, por primera vez desde que apareció frente a Bazil tomó la forma de algo en sí. 

Su figura cambió a una femenina, un cabello largo y castaño, piel clara, ojos verdes y una amable sonrisa. Alastor sintió que algo era extraño con aquella mujer. 

— Deja que te ayude. — Dice amablemente mientras acaricia la cabeza de Bazil. 

Cubre al niño con un poco de oscuridad ayudándolo a sanar sus dolorosas heridas, Bazil es un niño cansado, sus ojos reflejan el inmenso dolor que parece sentir en estos momentos y solo puede sucumbir ante la amabilidad de la mujer que lo mece suavemente y le canta canciones. 

— Tranquilo. — Dice ella y Bazil apoya su cabeza en su hombro y cierra los ojos. — Solo tienes que confiar en mí, no dejaré que te vuelvan a lastimar. — Alastor frunce el ceño, era una promesa descarada. 

Pero, ¿Por qué ayudar a Bazil? Hasta donde sabe, el niño es débil incluso adulto lo sería, es lo que pensó. 

Pero después de verlo asesinar a exterminadores se dio cuenta que no, incluso lo lastimó a él y sin embargo aún dejó que lo matará, ahora sospechaba que su fuerza no era suya. 

La puerta se abrió de golpe, el hombre volvió a entrar y Bazil tembló, tenía miedo pero la mujer en cambio con su amable sonrisa.

No le dio al hombre ni siquiera el tiempo de reaccionar cuando la oscuridad que envolvía la habitación empezó a extenderse sobre él. 

No importó los gritos, ni las súplicas, nada de eso importó.

— No te preocupes pequeño, nadie va a lastimarte. — Aseguró con confianza absoluta, Bazil solo cerró los ojos. 

El ambiente cambia repentinamente y Alastor luce confundido. Bazil ahora luce un poco más grande, pero aparentemente el abuso no se calmó y pareció tener problemas para socializar con otros ángeles. 

— ¡Dejen de molestarlo! — Gritó una voz femenina, espanto a los ángeles antes de girarse a Bazil.

— Emily… — Murmuró Bazil apenado de ser visto así pero ella solo lo ayudó a levantarse.

— ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a un adulto? — Bazil negó con calma y le sonrió. 

— No es necesario, solo fueron unos empujones. — Bazil sonríe, no puede solucionar sus problemas, era así cómo funcionaba y no habría nada más para él. 

Emily luce preocupada pero Bazil se aleja sonriendo aún más, no lo detiene, a pesar de que Bazil sólo le da una amable sonrisa. 

Cuando esta finalmente solo se deja caer de rodillas con una sonrisa incómoda ahora, se quita un poco de ropa mostrando años de constante abuso. 

El Hijo del Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora