Según los relatos más confiables de la época, la princesa Visenya era considerada la más favorecida por el príncipe Jacaerys, quien, por cada noche que compartía con Baela, su segunda esposa, pasaba diez junto a Visenya. La preferencia del príncipe por Visenya no era un secreto en la corte, y su cercanía con ella era motivo de innumerables rumores y especulaciones. Algunos decían que la belleza de Visenya, junto con su carácter indomable y su aguda inteligencia, la habían convertido en un pilar esencial para el príncipe, más allá de los deberes matrimoniales. Otros, menos caritativos, susurraban que la relación entre ellos era tan tempestuosa como apasionada, con discusiones que se alzaban como el rugido de dragones pero que siempre culminaban en reconciliaciones igual de intensas. Mientras Baela, relegada a la sombra de su prima, cumplía su papel con la dignidad que se esperaba de ella, Visenya se mantenía como el faro que guiaba los deseos y decisiones del príncipe, siendo la única que lograba, por momentos, calmar la tormenta que era Jacaerys.
N.a: Esto cuenta como spoiler? Todo estará bien.
La tormenta rugía mientras el grito desgarrado de Baela se perdía en la lluvia, su dolor llenando el aire, mezclándose con el retumbar de los truenos. El barro bajo mis pies era como un campo de batalla, un escenario desordenado de tierra, agua y sangre. Sentía el cuchillo aún cálido en mi mano, la sangre de Baela resbalando por el filo. Pero no era suficiente. No, no era suficiente para saciar la furia que me quemaba por dentro.
Miré a Baela, encogida en el barro, sujetándose la mejilla mientras sollozaba. Una parte de mí deseaba acabar con todo de una vez, silenciar su llanto para siempre. Mis dedos se cerraron alrededor de otro cuchillo que llevaba en el cinturón, y di un paso hacia ella, mis intenciones claras.
—Visenya, detente —la voz de Jacaerys me cortó, grave y cargada de autoridad, mientras sus manos se cerraban alrededor de mi cintura, atrapándome contra él.
—¡Déjame, Jacaerys! —grité, luchando por liberarme, retorciéndome en sus brazos. Sentía su fuerza, la presión de su agarre que me mantenía fija en el sitio. Pero yo no iba a ceder tan fácil. Pataleaba, intentando liberar mis brazos—. ¡Voy a matarla, me oíste! ¡Voy a hacer que pague por todo!
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𝑩𝑳𝑶𝑶𝑫 𝑨𝑵𝑫 𝑨𝑺𝑯𝑬𝑺- 𝑱𝒂𝒄𝒂𝒆𝒓𝒚𝒔 𝑽𝒆𝒍𝒂𝒓𝒚𝒐𝒏
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