𝐂𝐀𝐏 31

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El calor del sol pesaba sobre mis hombros mientras me enfrentaba a Jacaerys en el centro del patio de entrenamiento

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El calor del sol pesaba sobre mis hombros mientras me enfrentaba a Jacaerys en el centro del patio de entrenamiento. La multitud nos rodeaba, todos expectantes, como si fuéramos sus malditos monos de circo. Pero bueno, supongo que si uno va a dar un espectáculo, mejor hacerlo bien.

Mi espada bailaba en mis manos, y podía sentir la adrenalina bombeando con cada golpe que intercambiábamos. Jacaerys tenía esa sonrisa confiada, la que siempre me saca de quicio, como si supiera algo que yo no. Lo peor es que, a veces, tiene razón. Me lanzó un golpe bajo, y lo esquivé por poco. Había sudor resbalando por mi frente, pero no iba a ceder, di un giro rápido y atacando desde la izquierda.

Pero él bloqueó con esa maldita facilidad que hace parecer que todo es un juego para él. Odio admitirlo, pero tiene una habilidad que casi roza lo irritante. Nos movíamos como en una danza, y por un segundo, pensé que tenía una oportunidad. Pero justo cuando lancé mi golpe, él me desarmó en un parpadeo. La espada voló de mis manos y antes de que pudiera maldecir, me desarmó otra vez. La punta de su espada estaba a milímetros de mi garganta, y su sonrisa era aún más insoportable.

—Aún no, princesa —dijo, con esa voz que usaba cuando quería que la gente creyera que era un caballero noble y honorable.

El público explotó en aplausos, y yo tuve que tragarme el orgullo. Claro, claro, él, el príncipe perfecto, ganando la pelea con estilo. Le ofrecí una mano, sin quitarle la mirada de encima, y cuando la tomó, le devolví el apretón con fuerza. No iba a darle el placer de verme desmoronar.

—No te confíes tanto, príncipe —le solté, con una sonrisa que esperaba pareciera desafiante en lugar de dolida.

Él rio suavemente, bajando la espada y acercándose lo suficiente para besarme la frente. El muy... ¡Maldita sea! Estaba haciendo de esto un espectáculo sentimental. La multitud seguía aplaudiendo mientras caminábamos hacia la salida, sus ojos brillaban de emoción al vernos juntos. Era casi repugnante lo fácil que se le daba ganarse a la gente.

—Hacés que parezca que aún me queda mucho por aprender —murmuré, lo suficientemente bajo para que solo él pudiera escucharlo.

—Porque es la verdad —respondió, riendo mientras pasaba un brazo alrededor de mi cintura.

𝑩𝑳𝑶𝑶𝑫 𝑨𝑵𝑫 𝑨𝑺𝑯𝑬𝑺- 𝑱𝒂𝒄𝒂𝒆𝒓𝒚𝒔 𝑽𝒆𝒍𝒂𝒓𝒚𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora