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Alicent permanecía erguida al frente de la sala, su expresión fría, calculadora, ocultando apenas la tormenta de emociones que amenazaba con desbordarse. El silencio era tan profundo que se podía oír el eco de las respiraciones contenidas, y cada consejero miraba hacia los rincones de la habitación, esperando que alguien más tomara la palabra y resolviera la crisis que enfrentaban. Alicent, con voz serena pero cargada de firmeza, finalmente rompió el silencio.
-Hemos llegado a una situación... delicada, señores -comenzó, su mirada recorriendo los rostros tensos frente a ella-. Este asunto afecta directamente a la reputación de toda la casa Targaryen. Debemos considerar cuidadosamente cada paso que demos. -Sus palabras eran pausadas y calculadas, aunque su mirada contenía una severidad que ninguno de los presentes había visto en ella.
Apenas terminó de hablar, Lord Corlys Velaryon, cuya expresión estaba marcada por una mezcla de furia y profunda tristeza, se puso de pie. Era evidente que la situación le dolía personalmente, pero mantenía una postura digna, como el líder de su casa que era.
-Si lo que Lady Baela ha declarado es cierto... entonces el honor de mi nieta ha sido pisoteado de la manera más vil -dijo con voz firme, su tono grave y autoritario resonando en la sala-. No puedo permitir que esta afrenta quede sin respuesta. Si queremos evitar el escándalo, si deseamos preservar la dignidad de Baela y de todos los aquí presentes, la única solución es que Jacaerys la tome como esposa.
Un murmullo de asombro recorrió a los consejeros. La mayoría intercambió miradas, incrédulos ante la propuesta de Corlys. Alicent frunció el ceño, conteniendo su reacción y manteniendo una postura rígida. Al cabo de un momento, tomó aire y respondió.
-Lord Corlys -dijo Alicent, su tono cuidadosamente controlado-. Jacaerys ya tiene una esposa, la princesa Visenya. La costumbre no permite una segunda esposa en nuestros tiempos. Aegon el Conquistador lo hizo, sí, pero él fue un conquistador, un rey. Jacaerys no es él.
La frialdad de su respuesta hizo eco en la sala, y antes de que Corlys pudiera responder, Ser Jason Lannister intervino, carraspeando para aclarar su garganta y hablando con cautela.
