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La noche en el bar se había extendido más de lo esperado, pero esta vez, a diferencia de la anterior, sentía que podía controlarme. Los tragos que habíamos compartido entre todos me tenían un poco entonada..Richard no me quitaba los ojos de encima, y lo notaba en cada oportunidad que tenía de acercarse o hacer algún comentario al oído.

Después de un rato, empezamos a despedirnos de los demás. James, Lucho y Mojica se fueron primero, y Carrascal, aunque seguía en su plan de coqueteo con Madison, también se despidió con un guiño.

—Nos vemos mañana, a ver si amaneces menos bravo, Daniel —dijo Carrascal, dándole una palmada en la espalda, mientras Daniel apenas esbozaba una sonrisa incómoda.

Madison se quedó un rato más, aunque se notaba que la situación con Daniel la había dejado algo tensa. Decidimos salir poco a poco del lugar y fue Richard quien me ofreció llevarme de vuelta.

Ya en el carro, la ciudad pasaba rápido por la ventana, con las luces de los faroles reflejándose en los vidrios mientras las calles se veían más vacías a esa hora de la madrugada. No habíamos hablado mucho desde que salimos del bar, pero Richard siempre encontraba la manera de romper el silencio.

—Mami, ¿cómo te sentís? —preguntó, su tono más suave ahora que estábamos solos.

—Bien, la verdad. Esta vez sí puedo mantenerme de pie sin problema. —Le respondí, riéndome un poco de la situación de la otra vez

Llegamos a mi casa , y antes de bajarme, Richard apagó el carro y se inclinó un poco hacia mí.

—Gracias por traerme. —Le dije, mientras buscaba mi bolso.

—Venga, ¿no querés que me asegure de que llegués bien al cuarto? —preguntó, con esa mezcla de preocupación y picardía que ya me tenía más que acostumbrada.

Me reí, pero esta vez sin disimular.

—Richard, porque no decís de una vez que me querés meter el huevo otra vez. —Le solté sin filtro, medio en broma y medio en serio.

Él soltó una carcajada, sorprendido por mi franqueza, y se pasó una mano por el pelo.

—Uy, mami, así, directo al grano, ¿ah? —dijo, mirándome con una sonrisa que no disimulaba para nada lo que estaba pensando—. Pero, ve, vos sabés que no es solo eso. Aunque no te voy a mentir, la idea no me suena nada mal.

Levanté una ceja, disfrutando de la reacción que había provocado.

—Ah, claro, ahora resulta que sos un caballero. —Le dije, mientras abría la puerta del carro.

—Siempre lo he sido, solo que vos me desconcentrás. —Respondió, sin perder esa sonrisa descarada.

Bajé del carro y, antes de cerrar la puerta, me incliné un poco hacia él.

— Vas a quedarte o no ?

El no espero ni un segundo para bajarse del carro y cerrarlo, sonreí mientras abría la puerta

Él estaba detrás de mi, su cabeza en mi cuello y me dejó un beso en el oído, su manos me acariciaban las caderas pero luego bajo la manos más metiéndola debajo de mi ropa

Me erice y él lo noto así que se echo a reír , y yo le hice una seña para que dejara la bulla porque mis papás ya estaban en casa , y seguramente dormidos

El asintió con una sonrisa boba en la cara , lo tome de la mano y lo lleve a mi habitación, sin dar tantos rodeos empezó a besarme de manera descontrolada, se deshizo de mi ropa en cuestión de segundo, tan rápido que me dejó sorprendida, pero igual yo hice lo mismo

Sin embargo cuando baje la vista a su pene la boca se me hizo agua. Me ruboricé.

El pene de richard se mostraba con orgullo.
Enrojecido y más tieso que nunca. En el cuero se marcaban todas las venas dolorosamente con lascivia, mientras que, del glande brotaban minúsculas gotas de semen que se deslizaban por el tronco hasta perderse en sus testículos los cuales se veían tensos.

Respire profundamente y me relami los labios.

-¿Quieres chuparlo?- subi la vista cuando escuche la voz de Rios, el cual me miraba intensamente mientras se acariciaba a sí mismo.

Asenti rápidamente sin pensármelo dos veces

Sin decir una palabra, pone mi mano en su hombro y cuidadosamente me hace arrodillarme

-Chúpalo entonces- dice dándome una ligera bofetada con su pipí antes de sostener mi cuello y meter su pene dentro de mi boca, hasta el fondo

Sufri una arcada que me hizo hizo cerrar los ojos con fuerza.

Empecé a llenarlo de saliva y a chuparlo como nunca antes y me asegure que lo estuviera disfrutando, es más, creo que nunca se la habían mamado como hoy

—¿Está bien? —le pregunté, haciendo que mis labios humedecidos por su líquido rozaran con su glande en cada palabra que pronunciaba-. ¿También te gusta?

-Sí-asintió, aún más afectado por la deliciosa sensación.

—Si quieres que me detenga.

-No-me interrumpió, y casi me die risa que esa posibilidad lo alertó un poco—. No.

Se apoyó contra la camilla con la otra mano libre y se dedicó a verme chuparlo mientras respiraba pesado con la boca entreabierta.

Los sonidos de las succiones se hicieron más desinhibidos, húmedos, pero a mí me excitaba más era oírlo, verlo confundirse, apretar la mandíbula o tener un momento de intensa satisfacción en el que necesitaba expulsar aire fuerte, lo cual era la confirmación de que el placer producido por mi boca era tan grande que no podía contenerlo.

***

Venga, echamos otro? — me pregunto después de un rato de descanso

Hágale pues — le respondí mientras él sacaba otro condon.

El niñito ese - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora